Ilusión de control: Tu cerebro necesita seguridad (aunque sea mentira)
Recupera el control de verdad
🏷️ Categorías: Toma de decisiones y sesgos, Conducta.
En una pequeña sala blanca, sin ninguna distracción, una persona se sienta frente a una máquina. Delante hay 2 botones. Cada uno con luz. Uno dice "Sí". El otro, "No".
Se le dio una tarea: hacer que la luz de "Sí" se encienda tantas veces como pueda.
No se le dijo más.
Con curiosidad, la persona presiona el primer botón. Nada. Prueba el segundo. ¡La luz de "Sí" parpadea! Una pequeña chispa de satisfacción se enciende en su interior. "Tal vez si presiono más rápido...", piensa. Presiona de nuevo. Esta vez, se ilumina "No". Frunce el ceño. Ajusta su estrategia. Presiona el primer botón dos veces, luego el segundo. Observa atentamente, buscando un patrón, una fórmula mágica.
Conforme pasa el tiempo y experimenta más y más, algo sucede.
Cuando la luz de "Sí" se enciende más seguido, la persona siente que comprende mejor cómo sus combinaciones de botones influyen en las luces. En cambio, si el "Sí" apenas aparece, siente que no logra descifrar el mecanismo que hay detrás. Un rato después, la persona sale de la habitación y se le hace una pregunta.
¿Qué grado de influencia tuviste en el número de “Sí” que obtuviste?
Quienes obtuvieron muchos “Sí” afirmaron haber encontrado el patrón.
Quienes obtuvieron pocos “Sí” dijeron no haber encontrado el patrón.
Solo hay un problema con todo esto…
Las luces se encendían al azar. No hay mecanismo. No hay patrón. No hay nada.
Era 1980, los psicólogos Allan y Jenkins expusieron algo profundo sobre la mente humana: preferimos creer que tenemos el control sobre lo que sucede, incluso cuando el control es una ficción total. Casi nadie pensó que se encendían por azar.
Esto se llama ilusión de control y está en más sitios de los crees…
La ilusión de control
La psicóloga Ellen Langer acuñó el término para describir un sesgo cognitivo: la tendencia humana a sobreestimar nuestra influencia sobre los resultados, especialmente en situaciones de azar.
Uno de los primeros lugares donde se vio esto fue en el casino…
Muchos jugadores lanzan los dados con más fuerza cuando necesitan un número alto (y suavemente cuando necesitan uno bajo) (Henslin, 1967). El acto físico no cambia el azar, pero su mente necesita creer que sí para reducir el malestar que produce saber que es azar. Pero no es solo cosa de casinos, hay quien usa su "ropa/objeto de la suerte" puede cambiar el resultado de un examen o eventos similares.
Siempre es el mismo patrón.
Si en una situación de azar se introducen “señales de habilidad” —como poder elegir, competir, o familiarizarse con la tarea—, las personas actuarán como si pudieran controlar el resultado. Como en el caso de las luces “Sí”, “No”.
La incertidumbre nos causa malestar y preferimos creer que tenemos control.
Más experimentos, misma trampa
1. Los traders de Londres
Se analizó a traders financieros mientras evaluaban el valor de una acción en un gráfico. En el experimento, se les dijo que podían interactuar con el gráfico, pero se les advirtió de que el valor sufría variaciones aleatorias en ocasiones. Luego, se les dijo que valorasen su propio rendimiento al estimar el valor de la acción.
¿El resultado?
Quienes valoraban mejor su rendimiento eran más propensos a la ilusión de control y se vio que eran también los que más dinero perdían en escenarios reales.
Peor capacidad de análisis
Peor toma de decisiones
Mayor exposición al riesgo
Si te lo preguntabas… Sí, el valor cambiaba de forma completamente aleatoria.
La ilusión de control no solo es un sesgo inocente; puede ser costosa.
2. ¿Quién conduce mejor?
Se preguntó a conductores su percepción de riesgo en dos situaciones: conducir ellos mismos vs. ser pasajeros (McKenna, 1993). La mayoría afirmo estar mucho más seguro al conducir que al ser pasajero.
Y aquí viene lo más interesante.
Quienes se sentían más seguros al conducir, veían mucho menos probable accidentes donde tuvieran control (por ejemplo, chocar ellos con el coche de delante) que accidentes donde fueran víctimas (como ser golpeados por atrás). Es ilusión de control porque no eran personas con ninguna habilidad destacable al conducir, de hecho, algunos tenían un historial de accidentes muy superior al copiloto.
Es más, el 93% en EEUU cree conducir mejor que la media (Svenson, 1981).
¿Por qué caemos en la ilusión de control?
La respuesta está en nuestra psicología.
La Teoría de la Autorregulación explica que los seres humanos, frente al caos o la incertidumbre, necesitamos creer que tenemos algún tipo de influencia. Esta creencia nos calma, nos da propósito, nos empuja a actuar para cambiar las cosas.
Un caso de mi país: En España, durante sequías, hay personas que sacan figuras religiosas de santos en procesiones para atraer la lluvia. Yo estudié meteorología en la universidad. Jamás aprendí la relación entre la atmósfera y una estatua.
El problema no es la acción en sí misma.
Hacer una procesión para que llueva, llevar la ropa de la suerte o lanzar dados con suavidad no tiene consecuencias. El problema surge cuando este impulso nos lleva a tomar malas decisiones y a ponernos en riesgo, como en el caso de los traders o el conducir con excesiva confianza en uno mismo.
Como dice Nassim Taleb en Antifrágil:
"Muchas veces, actuar por actuar, nos mete en problemas." (Taleb, 2012)
Lo que sí está bajo tu control
Ahora que sabes que tu sensación de control a veces es solo una ilusión, podrías caer en el cinismo y decir: "Entonces, ¿nada de lo que haga importa?"
Nada más lejos de la realidad.
Como enseñaban los filósofos estoicos hace más de 2000 años: no controlamos todos los eventos, pero sí controlamos nuestra actitud ante ellos. ¿Cómo se aplica esta lección? Nassim Taleb lo explica de manera clara:
"Por su puesto que la preparación, el esfuerzo y la disciplina importan. Claro que debes trabajar duro. Pero aceptar el rol de la suerte y la incertidumbre te vuelve más fuerte, no más débil."
Saber que no controlas todo te hace mantener tu mente abierta y ser adaptable. A mayor es tu ilusión de control, más control crees que tienes del que en realidad tienes, por lo que más infravaloras los datos y menos te preparas para los cambios.
Charlie Munger, uno de los mejores inversores de la historia lo sabía muy bien:
"Las oportunidades de inversión realmente buenas no son frecuente y no duran demasiado, así que hay que estar preparado para actuar. Ten la mente preparada."
La verdadera sabiduría está en trabajar en lo que podemos controlar: Nuestras acciones. Nuestra preparación. Nuestra actitud ante las circunstancias. Eso aplica a las inversiones y a miles de áreas más de la vida (entre ellas, la escritura).
Así, cuando llegue la oportunidad (porque sí, llegará) estarás listo para aprovecharla.
✍️ Te toca a ti: ¿En qué áreas de tu vida crees que podrías estar sobreestimando tu control? ¿Estás centrándote en aquellas que sí puedes controlar?
💭 Cita del día: «Preocuparse, obsesionarse y controlar son ilusiones. Son trucos que nos hacemos a nosotros mismos.» — Melody Beattie, Codependent No More.
¡Nos vemos en la próxima! 👋
Referencias 📚
Allan, L. G., & Jenkins, H. M. (1980). The judgment of contingency and the nature of the response alternatives. Canadian Journal Of Psychology/Revue Canadienne de Psychologie, 34(1), 1-11. URL
Henslin, J. M. (1967). Craps and Magic. American Journal Of Sociology, 73(3), 316-330. URL
McKenna, F. P. (1993). It won’t happen to me: Unrealistic optimism or illusion of control? British Journal Of Psychology, 84(1), 39-50. URL
Svenson, O. (1981). Are we all less risky and more skillful than our fellow drivers? Acta Psychologica, 47(2), 143-148. URL
Ha sido un viaje entender que no puedo controlar todo o que no soy responsable de ello. Por el momento estoy trabajando todavía en esas ideas pero sé que solo tengo control sobre mí misma: mis reacciones, emociones y pensamientos. Nada más.
Me ha caído como un golpe al leer esto, sigue costándome enfocarme en lo que si puedo controlar, es como si fuera un obsesión el seguir controlando lo que no puedo, en especial, mis relaciones.
Me ha encantado leer esto y recordar de nuevo que solo tengo poder en controlar lo mío.