Todos los planes están mal, algunos son útiles
Evita caer en estos errores para planificar de forma efectiva, ahorrar tiempo y dinero
🏷️ Categorías: Toma de decisiones y sesgos, Historia, Gestión del tiempo.
El Canal de Panamá es una de las proezas de la ingeniería más grandes de la historia y al mismo tiempo una de las peores planificaciones de la ingeniería de la historia.
Hacia tiempo que la idea de conectar el Océano Atlántico y Pacífico rondaba, pero no fue hasta que el gobierno francés terminó el Canal de Suez que los ánimos crecieron. Ferdinand de Lesseps, quien fue el encargado de la construcción exitosa del Canal de Suez, dirigiría el proyecto del Canal de Panamá. Su carisma y reputación convencieron a inversores y ciudadanos al instante.
El proyecto iba a estar en buenas manos.
O quizá no.
El 14 de febrero de 1880, un congreso de ingenieros evaluó el proyecto y estimó que costaría 214 millones de dólares y se tardarían 7 u 8 años. Sin embargo, otro equipo de ingenieros revisó la propuesta y vio que podía lograrse por 168 millones. Lesseps, al realizar su propia revisión, redujo el presupuesto a 131 millones.
Pero Lesseps creía que podía hacerse incluso mejor la obra.
Tras un último ajuste el 1 de marzo, declaró que podría hacerse con 120 millones y tardando 6 años. Un 44% más barato que la idea inicial y en 1 o 2 años menos.
Nada mal.
Es en este preciso momento que los problemas van a comenzar.
Enfermedades tropicales: Para esa época, no se conocía cómo se transmitía la malaria y fiebre amarilla, por lo que no había prevención y se propagaron a tal ritmo que diariamente morían unos 35 trabajadores en las épocas húmedas.
Problemas geológicos: Lesseps decía que en 6 años lo tendría. La región era un terreno montañoso, mucho más difícil que el terreno arenoso y llano del Canal de Suez que le llevó 10 años construir. En realidad era imposible hacerlo en 6 años.
Infraestructura inadecuada: No se había preparado la infraestructura necesaria como para hacer que el lugar fuese habitable para los trabajadores, las condiciones insalubres propicieron aún más muertes.
Aumento descontrolado de costos: Las previsiones eran tan bajas que los costos rápidamente se salieron de control y la falta de fondos paralizó la obra.
Desastre financiero y humano: El 15 de mayo de 1889, el proyecto fue suspendido y la empresa de Lesseps cayó en bancarrota. Tras 8 años, solo se había hecho el 40%, habían gastado 235 millones de dólares y habían muerto unas 20000 personas. Iban tarde, habían gastado casi el doble de lo “previsto” y causaron una tragedia humanitaria.1
¿Cómo puede ser que gente experta planifique tan mal?
La falacia de la planificación.
La falacia de la planificación
Falacia de planificación es el sesgo cognitivo que nos hace valorar de manera optimista la duración de una tarea, sus costos y los recursos necesarios incluso cuando sabemos por experiencia previa y datos disponibles que lleva más tiempo (Buehler et al., 1994; Kruger y Evans, 2003).
Lo curioso es que el sesgo sucede cuando estimamos nuestras tareas, no las del resto.
Cuando somos los que observamos las tareas de los demás, pensamos de forma pesimista, creyendo que tardarán más de lo que han previsto (Buehler et al., 1995).
Efectivamente, la mayoría sienten ser más capaces que el resto en la misma tarea.
Causas de la falacia de planificación
Sobravaloramos nuestras capacidades por muchos motivos…
Infravalorar información negativa: Nos centramos en escenarios favorables porque infravaloramos los problemas que podrían surgir creyendo que son menos probables o graves de lo que en realidad son (Buehler et al., 2002).
Autopercepción errónea: Tendemos a atribuirnos los méritos de las tareas que han ido bien y culpar de los problemas a influencias externas, así que terminamos recordando nuestros éxitos y no tanto los problemas (Pezzo et al., 2006).
Recuerdos imprecisos: No recordamos con exactitud el tiempo que tardamos en el pasado y como nos autopercibimos más capaces de lo que en realidad somos, creemos que tardaremos poco (Roy et al., 2005).
Causar una buena impresión: Tendemos a hacer estimaciones optimistas para crear una impresión favorable ante los demás y demostrar así a los demás que, efectivamente, somos tan capaces como pensamos (Pezzo et al., 2006).
Cómo no caer en la falacia de planificación
El ser humano es falible, pero podemos mejorar con algunas técnicas:
Segmenta: No pienses en proyectos gigantes, divídelos en en pequeñas tareas y piensa cuánto tiempo tomaría cada tarea (Forsyth y Burt, 2008). En lugar de pensar en “tengo que organizar la fiesta”, piensa en la lista de la compra, invitaciones, horario, decoración, música… Tendemos a procrastinar porque creemos que siempre tardaremos poco en hacer las cosa.
Usa implementación de intenciones: Es la mejor forma de no procrastinar. En lugar de pensar “este fin de semana escribiré mi texto”, directamente reserva tiempo en tu agenda para cada tarea y deja por escrito qué es lo que planeas hacer ese día a esa hora. Así se pasa del plan a la acción. (Koole y Spijke, 2000).
Busca casos de referencia: El error de Lesseps fue creer que Canal de Suez y el de Panamá eran comparables. La realidad es que el terreno era completamente distinto. No te fíes solo de tu memoria y experiencia, estudia casos idénticos. ¿Quieres escribir un libro y no sabes por dónde empezar? Investiga los tiempos que necesitan las personas sin experiencia para escribir sus primeros libros y haz una lista todos los problemas y dificultades que hayan tenido.
Ya sabes lo que dicen, si algo puede salir mal, saldrá mal.
No hagas castillos en las nubes, luego lloverá y te caerán los ladrillos en la cabeza.
✍️ Te toca a ti: ¿Tú también te sueles dejar llevar pensando que todo será más fácil y terminas con prisas el último día a última hora? Creo que a todos nos pasa, pero ahora te pasará menos a menudo.
💭 Cita del día: «Averigua adónde quieres ir; luego trabaja hacia atrás desde ahí». Steven Pressfield, Do The Work.
¡Nos muy pronto, cuídate! 👋
Referencias 📚
Buehler, R., Griffin, D., & Ross, M. (1994). Exploring the «planning fallacy»: Why people underestimate their task completion times. Journal Of Personality And Social Psychology, 67(3), 366-381. https://doi.org/10.1037/0022-3514.67.3.366
Buehler, R., Griffin, D., & Ross, M. (1995). It’s About Time: Optimistic Predictions in Work and Love. European Review Of Social Psychology, 6(1), 1-32. https://doi.org/10.1080/14792779343000112
Buehler, R., Griffin, D., & Ross, M. (2002). Inside the Planning Fallacy: The Causes and Consequences of Optimistic Time Predictions. In T. Gilovich, D. Griffin, & D. Kahneman (Eds.), Heuristics and Biases: The Psychology of Intuitive Judgment (pp. 250–270). chapter, Cambridge: Cambridge University Press.
Forsyth, D. K., & Burt, C. D. B. (2008). Allocating time to future tasks: The effect of task segmentation on planning fallacy bias. Memory & Cognition, 36(4), 791-798. https://doi.org/10.3758/mc.36.4.791
Koole, S., & Spijker, M. (2000). Overcoming the planning fallacy through willpower: Effects of implementation intentions on actual and predicted task-completion times. European Journal of Social Psychology, 30(6), 873–888. https://doi.org/10.1002/1099-0992(200011/12)30:6<873::AID-EJSP22>3.0.CO;2-U
Kruger, J., & Evans, M. (2003). If you don’t want to be late, enumerate: Unpacking reduces the planning fallacy. Journal Of Experimental Social Psychology, 40(5), 586-598. https://doi.org/10.1016/j.jesp.2003.11.001
Pezzo, M. V., Litman, J. A., & Pezzo, S. P. (2006). On the distinction between yuppies and hippies: Individual differences in prediction biases for planning future tasks. Personality And Individual Differences, 41(7), 1359-1371. https://doi.org/10.1016/j.paid.2006.03.029
Roy, M. M., Christenfeld, N. J. S., & McKenzie, C. R. M. (2005). Underestimating the Duration of Future Events: Memory Incorrectly Used or Memory Bias? Psychological Bulletin, 131(5), 738-756. https://doi.org/10.1037/0033-2909.131.5.738
El canal no se completó hasta 1914, cuando los Estados Unidos se hicieron cargo del proyecto, que, pese a tener también dificultades, no fue tan desastroso.
La historia del canal de Panamá (y el no canal de Nicaragua) es increíble. Desde mi punto de vista, posiblemente sí que hubo un problema de planificación, pero es muy posible que también hubiera fracasado con el doble de dinero y los años extra de las primeras estimaciones.
En 1880, los estudios geológicos eran pobres y creían que podrían crear un canal a nivel de mar, lo que resultó ser imposible. La alternativa necesaria, un canal con desniveles, era tecnológicamente inviable en aquel momento. Tuvieron que pasar dos décadas hasta que los estadounidenses propusieran el sistema de compuertas para salvar los desniveles.
Muy interesante!
Me sugieres dos cosas:
1. Me sorprende que el sesgo de planificación sea adaptativo, o consecuencia de otra adaptación. ¿Qué puede beneficio se obtiene de, o más bien a pesar de, una mala planificación?
2. La experiencia profesional me dice que otros intereses estimulan un efecto contrario más potente: sobreestimar nuestra carga de trabajo nos permite disponer de más tranquilidad. En las ofertas a clientes siempre se da esa sana tensión entre quienes quieren vender y necesitan un servicio barato y quienes tendrán que ejecutar y se cubren las espaldas “sobreplanificando”.