La desaparición de los rituales
La difícil tarea de encontrar tu lugar cuando todo cambia
🏷️ Categorías: Hábitos, Historias personales.
No recuerdo en qué momento dejamos de hacer estas cosas, pero sucedió.
De pequeño, los sábados eran días especiales. Mis padres y yo tomábamos el coche y nos escapábamos al campo.
Era un ritual.
Comenzaba temprano, cruzando paisajes verdes, respirando el aire fresco que se arremolinaba por la ventanilla abierta. Íbamos siempre al mismo restaurante, la comida era excelente y el entorno natural era un lujo. Tras comer, pasábamos la tarde caminando por los campos aledaños y conversábamos, conversábamos mucho.
Los sábados tenían un guion claro, y esa costumbre me llenaba de satisfacción.
En este sentido, los rituales son una costumbre que se comparte con la comunidad y que sin hablar todos saben qué hay hacer para ser parte del momento. El sábado era previsible, sabía lo que sucedería y eso me hacía feliz antes de siquiera vivirlo.
¿Crees que ahora se disfruta igual de las cosas previsibles?
Vas a comer fuera, te lo pasas bien, la comida es excelente, el sitio hermoso y el precio adecuado. Todo ideal. Tiempo después pregunta alguien de tu grupo a dónde ir esta vez a comer, si dices al mismo lugar de hace unas semanas la respuesta de la mayoría será: “No, ahí ya hemos estado, vamos a un sitio nuevo”.
Se antepone el deseo de la novedad al placer ya conocido.
Es la neofilia, el amor por lo nuevo solo por ser nuevo.
El filósofo Byung-Chul Han hablaba de esta desaparición de los rituales y de su papel a la hora de crear la identidad personal. Los rituales son predecibles, te habitúas a desear algo que ya sabes que es gratificante y todo tu grupo lo hace contigo; define vuestra identidad; “nos gusta esto”, “los sábados hacemos eso”.
Se están disolviendo esos rituales y la identidad grupal se está fragmentando.
En lugar de desear algo que ya sabes que te gusta y te define, deseas descubrir algo que puede o no gustarte. El problema es que lo nuevo deja de serlo una vez lo experimentas y toca buscar otra novedad que llene ese deseo por la novedad. Una búsqueda sin fin por encontrar gratificación en una cualidad efímera. Lo nuevo.
No hay identidad en la persona; todas sus preferencias y costumbres son inestables.
El ritual es la antítesis, es saber elegir y repetir lo que valoras con tu criterio.
La tecnología juega un papel interesante en este desarraigo de las costumbres.
Vivimos permanentemente conectados, pero paradójicamente, rara vez creamos vínculos tan cercanos como los que los rituales creaban con nuestro grupo próximo.
Antes conocíamos a los vecinos y compartíamos valores más o menos homogéneos con la comunidad y familia. Ahora, los referentes suelen estar a kilómetros, a través de redes sociales o medios de comunicación. Es más probable que empaticemos y sepamos más de la vida de un influencer que sobre la del vecino de al lado.
Antes los referentes eran tangibles y cercanos a nuestro contexto.
Ahora construimos nuestra identidad desde la pantalla hacia el mundo global.
Lo veo en personas de mi edad y más jóvenes. A la hora de formar la identidad, construir preferencias y valores, ejercen mucha influencia personas distantes que vemos a través de una pantalla y han perdido peso las personas cercanas como familiares, vecinos, profesores, etcétera.
Los referentes cercanos se han devaluado en pro de referentes globales.
La modernidad líquida
Este concepto resuena con lo que veo y vengo explicando. El sociólogo Zygmunt Bauman sostiene que vivimos en una era en la que la identidad y las relaciones sociales, antes sólidas y estables, se han vuelto fluidas y ambiguas.
Nuestra forma de ser es fluctuante y no hay por qué definirse ni comprometerse.
Una vida moderna está marcada por cambios, a veces muy rápidos. En el fluir por la vida, una persona puede ir cambiando de residencias, trabajos, preferencias, ideales e incluso cónyuges y amistades sin ningún compromiso ni fricción.
La flexibilidad se está volviendo una cualidad más importante que la estabilidad.
La consecuencia es evidente, cuesta cada vez más mantener costumbres y asentar una forma de vida con la que sentirse pleno. Hay tantas opciones y novedades que es difícil para una persona quedarse tranquila en su elección. Es muy seductor fluir sin compromiso ni responsabilidad yendo de flor en flor como las abejas.
A nivel individual nunca terminas de encontrar tu sitio.
A nivel social nunca creas un vínculo estrecho y satisfactorio con nadie ni nada.
Voy a revisar mi equilibrio entre la libertad de cambiar y la necesidad de establecerme.
✍️ Te toca a ti: ¿Qué momentos especiales repites una y otra vez con tu grupo?
💭 Cita del día: «Eran sus rituales, las rutinas que la hacían sentirse viva y conectada. Sin ellos, ¿dónde estaría? Perdida». The Death and Life of Charlie St. Cloud, Ben Sherwood
¿Has creado un ritual entorno a mis cartas?
Yo sí cuando leo tus comentarios.
Referencias 📚
Han, Byung-Chul. (2020). The Disappearance of Rituals.
Bauman, Z. (2015). Modernidad líquida.
Esta carta, Álvaro, me ha llegado en el momento justo de algo que me está pasando esta semana. Según te comenté, cambié de trabajo, por tanto, de horarios también. Y ha resultado ser un torbellino para mis hábitos y mis costumbres o rituales. Esta semana he tenido que adaptarme más de lo necesario, o de lo que me hubiera gustado. El primer damnificado ha sido Substack. Y es que no he podido abarcar todo lo que tenía que leer y comentar. Porque ya sabes, que un buen comentario, es necesario siempre, para interactuar con los autores. 😉
Esto que te cuento no tiene tanto que ver con el desapego que comentas, que también es cierto. Pero tu carta me ha servido para darme cuenta de esos rituales que son importantes en mi vida. Substack lo está siendo. Y no sé si verlo como ritual o costumbre, me ayudará de alguna manera, o todo lo contrario.
Y mí me gusta llamarlo costumbres en lugar de rituales, mas que nada por la palabra «ritual», que muchos asociarán a temas religiosos. Es cierto que muchos se han perdido; supongo que también tendrá que ver con la evolución personal de cada uno. Pero estar, siguen estando, de eso no tengo dudas.
Te cuento uno que es crucial para mí: subir al Parque Nacional del Teide una vez al mes. Indispensable. Si no lo hago, algo falla en mi brújula. Es algo que llevo haciendo más de 15 años, y no veas lo que ayuda a recargar las pilas.
Otro ritual importante y reciente, es comentar en cartas como las tuyas. Tengo al menos 10 boletines, de todos a los que estoy suscrito, que siento la necesidad imperiosa de dejarles un buen comentario. Y esto sea probablemente porque he conectado con sus autores de manera especial. Si la cosa sigue creciendo... no sé cómo voy a hacer, la verdad, o de dónde voy a sacar el tiempo. Y esto me lleva a enlazar con el inicio de mi mensaje: Substack se ha resentido esta semana. Veremos qué enfoque le doy, porque algo tengo que hacer. 🤔
Gracias Álvaro, como siempre, por estar. ❤️
Es interesante, antes tenía rituales bastante definidos para escribir, para publicar en redes sociales, descansar de manera especial y con tu carta me doy cuenta que ya ninguno permanece, aunque desde que empecé a leer a tan buenos escritores en substack si es parte de este tiempo dejar comentarios.
Supongo que entré en una fase de transición y debo ordenar algunas cosas para tener nuevamente los rituales que me lleven a mi siguiente mejor versión.
Gracias por compartir.