🏷️ Categorías: Toma de decisiones y sesgos.
“Más vale malo conocido que bueno por conocer.”
Admito que esta frase siempre me ha generado rechazo, pero entiendo por qué muchas personas tienen esta filosofía. Cambiar, arriesgarse, salir de lo seguro… todo eso da miedo. Y ese miedo nos lleva a elegir lo conocido, incluso cuando lo desconocido podría ofrecernos recompensas inmensas que cambiarían nuestras vidas.
Eso es el sesgo de cero riesgo, evitar riesgos incluso cuando sabemos sus beneficios.
Es un fenómeno común, pero se puede evitar. Habrás oído que la virtud está en el punto medio. Ser totalmente valientes nos convierte en temerarios, pero ser totalmente prudentes nos hace cobardes. Si aprendes a reconocer el sesgo, tomarás decisiones más valientes y estratégicas, sacando todo el potencial a tus acciones.
Entonces, ¿cómo encontrar ese equilibrio entre valentía y prudencia?
Aquí va la respuesta.
El antiguo origen del sesgo
Nuestra psicología está profundamente ligada a nuestra historia evolutiva.
Si vamos a los primeros días de la humanidad, nos encontramos con un mundo lleno de peligros: desde depredadores hasta catástrofes naturales incomprensibles, todo parece ser una amenaza constante (Santos & Rosati, 2015; Haselton et al., 2015).
Vivir es estar en riesgo.
Para sobrevivir, tuvimos que desarrollar una mentalidad precavida, debíamos anticipar riesgos y evitarlos. Desde entonces, este sesgo nos ha acompañado hasta el día de hoy, y aunque los tiempos hayan cambiado, seguimos tolerando mal la incertidumbre.
Antes era huir de depredadores, hoy, de lo incierto.
Elegimos trabajos estables, rutinas seguras y nos acomodamos en lo predecible. Y no está mal querer seguridad. El problema viene cuando esta preferencia nos lleva a tomar decisiones que, aunque son seguras, lastran nuestro progreso.
Ahí es donde entra el sesgo de cero riesgo.
La paradoja de Allais
Un ejemplo famoso es la "Paradoja de Allais" (Allais & Hagen, 1979). Imagina que te ofrecen 2 opciones para ganar dinero:
Opción A: 100 millones de dólares, asegurados.
Opción B: 10% de probabilidad de ganar 500 millones, 89% de ganar 100 millones, 1% de no ganar nada.
A pesar de que la Opción B tiene un valor esperado mucho mayor, la mayoría de las personas elige la Opción A solo porque la B incluye un 1% de fracaso, y ese pequeño riesgo se percibe como intolerable. Esta es la mente humana trabajando en modo "cero riesgo". Algo similar a lo que sucede cuando sentimos aversión a la pérdida.
El miedo a perder es mucho más intenso que la alegría de ganar.
Incluso si perdemos oportunidades increíbles por evitar riesgos.
¿Cuándo ser prudente y cuándo arriesgarse?
Caso de prudencia 1: Retrasar la decisión no tiene gran coste
Si el riesgo es desconocido, pero los costos de esperar son bajos, es mejor esperar. Si no te apresuras, ganas tiempo para evaluar con precisión la mejor decisión.
Si piensas cambiar de carrera universitaria y sabes cuál elegir, espera unos meses para investigar más. Es una inversión de tiempo pequeña con grandes beneficios.
Antes de comprar un coche nuevo, tómate un buen tiempo para comparar precios y prestaciones para hacer una elección informada que determinará bastante de tus próximos años.
Caso de prudencia 2: Priorizar la flexibilidad futura
A veces, una decisión nos limita seriamente el futuro, mientras que otra opción igual de válida es flexible en el futuro. Piensa en el valor de la flexibilidad.
Si estás entre comprar una casa o alquilar y no estás seguro del lugar en el que te gustaría vivir a largo plazo, alquilar te flexibilidad para el futuro.
Si piensas comprar un coche y no sabes cuánto cambiarán tus necesidades en los próximos años, elegir un modelo de segunda mano lo más polivalente posible te permitirá adaptarte al futuro si grandes pérdidas.
Caso de prudencia 3: Priorizar la prevención
Si el riesgo es bajo pero crítico, es mejor no arriesgarse si existen buenas alternativas, especialmente si no conoces bien los riesgos. pero sí las opciones seguras.
Si vas a invertir en un sector que no conoces bien, optar por un fondo de inversión seguro mientras haces la investigación necesaria para la otra inversión.
Caso de arriesgar 1: La inacción tiene alto coste
Si no actuar causará más daño que tomar un riesgo, el riesgo es la opción segura.
Si tu negocio está en dificultades el costo de la inacción va a ser la quiebra. Arriesgarse a hacer cambios podría ser la opción que permita salvar el negocio.
Si quieres progresar profesionalmente y no encuentras opciones en tu actual traba
Caso de arriesgar 2: Conoces los riesgos y puedes mitigarlos
Cuando los riesgos son evidentes y las consecuencias están claras, evalúa si el beneficio potencial justifica el riesgo. Si el riesgo es algo que quieres asumir, entonces la mitigación es la clave.
Si decides invertir en acciones de una startup con el conocimiento de que hay un riesgo de pérdida, pero también una posible ganancia significativa, este riesgo calculado es adecuado si sabes mitigarlo. Por ejemplo, podrías tener un colchón de ahorro para estar a salvo en caso de que todo falle. Una reserva de precaución.
Caso de arriesgar 3: Solo hay ganancia si hay riesgo
El riesgo es no siempre se puede evitar. Si sólo estás dispuesto a tomar decisiones sin ningún tipo de incertidumbre, es probable que pierdas oportunidades importantes. En este caso, la precaución se convierte en un lastre.
Si temes cambiar de ciudad, pero la única forma de crecer y alcanzar tus metas es mudarte, el miedo te impide sacar tu verdadero potencial. Debes tomar medidas para mitigar el riesgo y dar el paso.
Si escribes pero evitas publicar tu trabajo por miedo a las críticas negativas, estás imposibilitando tu propia carrera en el mundo de la escritura.
Vivir sin riesgo no es posible, ni es saludable.
Lo que importa es saber cuándo asumir riesgos y cuándo ser prudente. El sesgo de "cero riesgo" está diseñado para protegerte, pero en muchos casos, es una trampa. La próxima vez que enfrentes una decisión importante, recuérdalo: la valentía y la prudencia son virtudes complementarias. La sabiduría te hará saber por cuál optar.
Un pequeño riesgo es justo lo que necesitas para liberar tu verdadero potencial.
✍️ Te toca a ti: ¿Cómo equilibras la prudencia y la valentía en tus decisiones importantes? Al conocer nuestros propios sesgos nos hacemos más libres.
💭 Cita del día: «Con todos los riesgos que corrían, el amor era probablemente la opción más peligrosa de todas». Kristin Hannah, The Nightingale.
¡Nos vemos en la próxima! 👋
Referencias 📚
Allais, M., & Hagen, O. (1979). Expected Utility Hypotheses and the Allais Paradox. En Springer. URL
Haselton, M.G., Nettle, D. and Andrews, P.W. (2015). The Evolution of Cognitive Bias. In The Handbook of Evolutionary Psychology, D.M. Buss (Ed.). URL
Santos, L. R., & Rosati, A. G. (2015). The Evolutionary Roots of Human Decision Making. Annual Review Of Psychology, 66(1), 321-347. URL
Mmmm me resulta sesgada la paradoja de Allais. No es neutra. Apuesto a que si hiciéramos el experimento quitando “millones” y hablando solo de dólares los resultados cambiarían. Disponer ya de 100 millones de dólares le resuelve la vida a cualquiera. Y el coste de oportunidad de perderlos por arriesgar es tremendo. Pero 100 dólares no. Ahí la gente apostaría más.
Hace tiempo que vivo en el caso de que sólo hay ganancia si hay riesgo. De hecho me arriesgué y vi ganancias... Y he vuelto a ese punto con el tiempo. A por ello 💪