Comparto :) contigo que hay mucho exhibicionismo, y que este busca fundamentalmente reconocimiento y gratificación psicológica cuantificada. Y las empresas lo saben. Pero veo algunas inconsistencias en tu planteamiento.
Si solo “compartimos” el 1% no podemos estar entregando nuestra intimidad. En realidad, se comparte muchas veces lo más superficial, la imagen externa que queremos proyectar, incluso aunque sea un desnudo, lo que efectivamente roba algo de nuestra intimidad para la exhibición. Pero ante todo se comparten decorados, puestas en escena, postureo. Y no es un nuevo. Es humano. Desde los antiguos potlatch que regalaban para aparentar. En realidad en la era hiperconectada, es difícil conectar profundamente.
Por otro lado, la acepción de compartir como hacer a otros partícipes de lo que es tuyo para mí sigue siendo válida. Sí la RAE ha incluido una acepción más es por hacerla más específica, pero se subsume en la primera: tú compartes esta reflexión y yo el comentario como algo nuestro de lo que hacemos partícipes al resto. El problema no es el hecho de compartir la foto de una comida o de un instante chulo en vacaciones. Es la cantidad, la frecuencia y el propósito que, aunque sea bueno, por las anteriores, se puede desnaturalizar. Precisamente por la paradoja del dato de la que escribía el otro día (https://jajugon.substack.com/p/la-paradoja-del-dato) y sobre la que creo que tú también escribiste.
En fin, de acuerdo en lo esencial. Simplemente me parece importante observar que aunque la tecnología no es neutra, no es el demonio. Y que estos medios nos han facilitado la posibilidad de compartir mucho más más de lo que históricamente se ha podido compartir en el sentido bueno del término.
Yo interpreto que ese 1% al que se refiere Álvaro se basa en el gráfico que comparte. Hay personas que en su vida tiene momentos que valora del 1 al 10, pero solamente comparte los valorados en 10, de ahí ese 1%.
Sin embargo, concuerdo en lo que tú comentas. Hay también personas que comparten m´s momentos de sus vidas, incluso los valorados en 1, 2 o 3. Supongo que eso dependerá de cada cual. Aunque la tendencia es siempre compartir los momentos 10 de su vida, sobre todo los jóvenes.
Voy a leer esa Paradoja del dato, que suena interesante... 😉
Lo que mencionas de compartir solo el 1% me refería a la parte que seleccionamos. Perdemos intimidad al compartir nuestra vida y tendemos a mostrar además solo la parte privada que es extraordinaria, los momentos 10/10, la gente no suele hacer público sus fracasos.
Concuerdo contigo en que es algo humano, la diferencia creo que está en el alcance, alguien ahora puede mostrarse a un nivel de alcance que era imposible de imagina antes de internet, aunque como dices, es algo humano, lógicamente. Las redes sociales simplemente permiten amplificarlo.
Sobre la acción de compartir, concuerdo contigo y es lo que mencionaba en la última frase: "Pregúntate cuál es la intención en tu acto de compartir", A veces la intención no es la de generar una conversación o brindar algo útil al resto, se muestran cosas solo para buscar un refuerzo positivo mediante "me gusta" y comentarios.
Buen comentario y gracias por tu mención a los potlatch, no los conocía.
Hay tanto que comentaría en tu carta, que no sé si será práctico. A veces creo que lo mejor es escribir yo una carta en respuesta a las tuyas, porque aquí hay mucha «enjundia», que diría un granjero.
Cierto es que hace años nadie pensaba en que íbamos a llegar donde estamos ahora. Recuerdo en los inicios de Twitter que la gente solía comentar, con sorna, que qué iban a comentar ellos en 140 caracteres: «Me peino delante del espejo», «saco la basura a las tantas de la noche», «voy a matar a mi suegra». Muchos veían un fracaso rotundo de Twitter porque nadie iba a ver relevancia en esas tonterías. Fíjate a dónde hemos llegado.
Me ha sorprendido lo de la palabra compartir. Desconocía por completo que hubieran añadido una acepción, como comentas. Pero según lo leído, tiene completo sentido. Concuerdo en que no es lo mismo «mándalo, envíalo, exhíbelo» que «compártelo».
Las apreciaciones de Goffman dan en el clavo. A pesar de que ahora somos más conscientes de lo que vemos, es verdad que hasta no hace mucho, sobre todo los más jóvenes, siempre se quedaban con que lo que veían a través de sus pantallas respecto de una persona, eran los mundos de yupi. Menos mal que ahora la cosa está algo más equilibrada y ahora somos más conscientes de esa diferencia entre el «yo público» y el «yo privado» y de que no siempre lo que se muestra es la realidad del día a día de una persona.
Una de mis amistades se ha resentido conmigo porque una vez le dije, mientras tomábamos un café, que si no se metía el teléfono en el bolsillo, no volvería a quedar con él para tomar nada. Se lo tomó a mal en un principio. Luego recapacitó. Pero llegó a decirme que con mi afirmación lo que estaba haciendo era coartar su libertad. Que él podía hacer lo que quisiera y yo no debía quejarme, ya que no me estaba haciendo ningún daño. Tuve que hacerle ver y explicarle que la libertad suya terminaba donde empezaba la mía. Yo no me sentía libre hablando con él mientras estaba continuamente mirando su pantalla del móvil, también me sentía coartado ante su indiferencia. Le hice ver la incomodidad que es estar hablando con alguien que parece que no te está escuchando y que lo que está viendo en su móvil es más importante que mi conversación. Al final recapacitó y lo entendió, pero lo mío me costó. Y lo cierto es que desde entonces nos hemos visto menos.
Respecto a la última parte en tu carta, yo no veo nada malo en que una persona exhiba toda su vida, si es lo que quiere hacer, y no sólo momentos. Lo que sí tiene es que tener claras las cosas que podrían sucederle, tanto las buenas como las malas. Yo he aprendido cosas buenas de gente que ha mostrado intimidades y formas de pensar que normalmente no suele contar en persona. Yo mismo, por ejemplo, he contado intimidades en mis cartas. He compartido vivencias que no he contado a mucha gente, en algunos casos a nadie. Y considero que podrán ayudar a quienes las lean, de una forma u otra. Como yo aprendí de otros. Evidentemente hay intimidades de muchas clases. Yo me refiero a las intimidades del pensar, de lo que se nos pasa por la cabeza. Conceptos como la libertad, la quietud, la tristeza, la felicidad, etc, son cosas de las que no se suele hablar en una reunión de amigos. Me refiero de forma profunda o filosófica. Porque si lo haces ya te miran extrañados o te preguntan qué has fumado. Al menos ésa es mi experiencia. Todos mis conocidos y familiares desconocen esta faceta mía de escribir y de «exhibir» mis pensamientos y mis vivencias, y a buen seguro se sorprenderán y mucho de lo que leerán cuando me descubran (no oculto mi nombre real ni mi foto). Lo que más me tiene intrigado es qué pensaran cuando me descubran, ya que de todo lo que yo hablo en mis cartas, nunca he hablado en persona con nadie, o casi. Por lo que comento. Porque no tengo con quién hablar de temas más filosóficos y profundos. No te digo cuando lean mis poesía de amor...jajaja. Eso va a ser la coña marinera. En fin. Supongo que lo descubriré más pronto que tarde.
Considero que deben existir contenidos de todo tipo. Y que cada cual consuma los que le venga en gana y le aporten más según su forma de vivir la vida. Tú no me dejes de enviar cartas como ésta, y de aportar el valor que aportas, que para mí son la salsa de la vida. Porque si te perdemos, ya me quedará un vacío que cubrir. Y no será fácil. 😉
¡Hola Jaime! Es casi más largo tu comentario que mi carta jajaja.
Al igual que tú, muy pocas personas de mi círculo saben que escribo, de todos modos eso no importa porque ninguno de ellos lee 😅. Con respecto a la persona que usaba contigo el teléfono móvil, yo también he vivido situaciones similares. La que más me llama la atención es en las paradas de bus, donde nadie habla y cada uno está en su burbuja.
Como tú, pienso que no hay nada de malo en mostrar el ámbito privado, lo que sí quería hacer ver era justo esto, que hace tiempo se nos haría impensable mostrar eso donde cualquier persona desconocida pudiera verlo.
Me alegro que te haya hecho reflexionar y si quieres, siempre puedes escribir cartas a modo de respuesta a las mías, me encantará leerlas.
Intentaré ser más comedido en mis comentarios, si. Porque luego veo todos los comentarios que recibes y pienso: «madre mía, este chico. Cuando entre aquí y vea todo lo que tiene que contestar, ¡le va a dar un síncope!» JAJAJA... 😅
No te preocupes por la longitud de los comentarios, yo leo todo lo que me llega con mucha ilusión. Lo único que puedo decirte es que podrías comenzar a hacer cartas en las que respondes a mis cartas explicando tu punto de vista. Así comenzamos una conversación epistolar como los grandes pensadores de la antigüedad jajaja.
Es increíble cómo cambian los conceptos cuando nos detenemos a pensar. Yo sigo usando redes sociales y les doy diferentes usos a cada una de mis cuentas. La personal tiene muchas fotos que hablan de mí y de mis días. Son momentos. Los publico para no olvidarme de los momentos en los que disfruté de un paseo, de personas, de sabores, de olores. Sí que miro los comentarios y la cantidad de likes. También vuelvo a viejas publicaciones para recordar, para revivir, para decirme a mí misma que evolucioné (creo). Soy sentimental y me encanta ser analítica también. El equilibrio es lo mejor en estos y en todos los tiempos. Excelente carta la de hoy.
Yo también subía mis momentos personales a Instagram, pero comencé a sentirme desubicado, como que ese no era el sitio. Es lo que decía en la carta, que hace años nadie publicaría su vida así como así donde cualquier podría verla. Un día decidí guardar mis fotos en mi ordenador y dejé de usar Instagram, al final es lo mismo, pero comencé a sentir mis fotos como algo más íntimo, como los antiguos álbumes de fotos.
Super interesante esto que traes esta semana, creo que podría hablar sobre todo ello largo y tendido.
Sobre la idea de "yo público" y "yo privado" de Erving Goffman, creo que es interesante entender que Goffman lo propuso muchísimo antes de que las redes sociales (o incluso Internet) fuera algo de uso común. Y es verdad que ya había una clara diferencia entre el "yo público" y el "yo privado". Cada cual de puertas afuera decidía crear una narrativa de su vida (más o menos fiel), mientras que mantenía una vida privada mucho más compleja.
Con Internet, IRC, los foros y las redes sociales, se crea una forma más fácil de crear un personaje en forma de "yo digital". A diferencia del "yo público", este "yo digital" puede crear una realidad que no tiene que ser sustentada con una apariencia física, un comportamiento, unos gestos y una capacidad de expresarse de forma oral. Basta con un puñado de fotografías o imágenes, acompañadas de un texto que puedes tomarte tu tiempo para construir acorde a esa narrativa que quieras proyectar. De hecho, hasta permite crear múltiples personajes, más o menos fieles a tu realidad.
A lo largo de los 20 últimos años, he conocido muchas personas primero a través de Internet (por diferentes medios) y más tarde en persona. Con eso, me he percatado de que hay gente cuyo "yo digital" proyecta una imagen muy semejante a su "yo público", pero hay muchos más que no. En la mayoría de los casos, es la limitación del medio (o la falta de familiaridad con el mismo) lo que impide que ese "yo digital" sea fiel a ese "yo público", y no tanto una decisión de la persona de que sea así. Lo más sorprendente es que, una vez que conoces al "yo público", de repente es muchísimo más fácil interpretar y contextualizar a ese "yo digital". Ya sea porque es un personaje creado de forma intencionada, o porque esos matices como el sarcasmo y la ironía se localizan de una manera mucho más efectiva cuando tienes un contexto más global de esa persona.
Por último, y para cerrar esta turra que os he metido aquí, creo que esa posibilidad de crear un "yo digital" ha permitido a muchas personas derribar barreras que habría sido imposible derribar mediante su "yo público". También ha ayudado a que mucha gente encuentre entornos más seguros donde poder expresarse y crecer como individuos. Aunque solo sea por esto, las redes sociales merecen la pena.
Efectivamente, Goffman hablada de esto antes de las redes sociales. El "yo digital" sería una versión aún más externa del "yo privado". Eso que tú dices yo lo he vivido en varias ocasiones, conoces a alguien en persona e inmediatamente ves que no es como parece ser en el mundo digital.
Las redes sociales, como tú dices, también han ofrecido un espacio sin barreras a personas que en público y cara a cara no se sentían capaces de expresarse libremente. Eso es cierto y hay que valorarlo, aunque también está quien las usa para hacer daño desde el anonimato. Todo tiene su lado bueno y su lado malo, pero sí que han traído nuevas posibilidades.
¡Buen comentario e interesante concepto el del "yo digital"!
En mi opinión esto de las redes es como todo, cuestión de saber usarlas. Por ejemplo IG se usa para mucho más que para exhibir tu vida, ahí se encuentran interesantes perfiles de fotografía (fotografía como tal, no la relacionada al mírame a mí mismo y mi vida), ilustración, libros..., lo mismo FB, X o cualquier otro medio. Pero si uno está enfocado en hablar de sí mismo y mostrarse constantemente a sí mismo en las redes cualquier tipo de red va a ser más de lo mismo. Substak está bien, pero no es mucho más que una aplicación de blogs con más posibilidades que los iniciales, lo que te pueda servir o no depende de quien lo use.
Personalmente no le veo mucha diferencia con otras redes sociales, hay mucho de lo mismo, mucha gente explicando a otra cómo vivir, cómo sacar 'lo mejor de uno mismo', ser más eficiente, mostrar su vida diaria como si de un folletín se tratase... no está ni mal ni bien, cada uno tiene sus necesidades de expresión y lectura, pero como decía, más de lo mismo. Y paralelamente a eso hay quien comparte temas concretos y reflexiones que van más allá de sí mismos (lo que es casi una proeza en estos tiempos en el que la medida parece ser el 'yo' de cada uno), pero esto también se encuentra en las otras redes.
Lo único nuevo de substak es que además se pretenda que se puede llegar a monetizar lo que uno escribe en los posts, como si todos fuéramos grandes escritores por descubrir, o estuviésemos ofreciendo grandes servicios, vamos, de nuevo eso tan de esta época de 'producción y beneficio' (cómo ser más efectivo incluso en tu tiempo libre). No sé, yo aún estoy esperando un sistema de red que priorice y de lugar a lo colectivo (pero colectivo de verdad) y no lo individual, como hacen todas hasta ahora aunque disfrazadas de colectivo.
¡Hola! Sí, lógicamente hay personas que aportar contenido de interés, lo que quería hacer ver es esa diferencia que tú mencionas. La gran mayoría de perfiles en todas las redes son usuarios corrientes que muestran su vida personal, aunque lógicamente hay quienes usan Instagram como un medio de promoción de su trabajo fotográfico. Algo similar sucede en todas las redes sociales, lo que puntualizaba acerca de Substack es que el foco está en esta parte y no en perfiles personales donde las personas comparten lo que hasta hace unos años se consideraba como privado.
Con respecto a lo último que comentas, la verdad, no se si alguna vez existirá una plataforma que priorice lo colectivo y no lo individual, como mencionabas. Lo veo muy difícil.
No estoy muy segura de que la gran mayoría de los usuarios de otras redes sean usuarios corrientes (¿qué es eso?) que muestran su vida personal. Yo conozco pocos de esos (que muestren su vida personal), sinceramente, es más, tanto en FB como en IG, Linkedin, Mastodon o X hay mucha gente que comparte, realmente comparte, información y reflexiones muy interesantes sobre literatura, filosofía, arquitectura, fotografía... cualquier cosa que te puedas imaginar. La diferencia con substack es que este viene más de la familia de los 'blogs', en realidad es casi lo mismo, pero con algunas aplicaciones extras más acordes a la actualidad y que ofrece la posibilidad de pedir dinero a quien te quiera leer, esto último me chirría un poco, la verdad. Pero como decía, todo depende del uso que le des (y a quién sigas).
Te “comparto” que yo deje hace años las redes sociales justo por eso. Mi pregunta fue… si la gente quiere conocer mi vida… por que no vivirla conmigo?
Y me atreví a cerrar todo y ver que pasaba.
Y pasó lo que necesitaba que pasase… aunque confieso que no me gustó…
Me quede con la gente que quería estar, y no fue tanta, pero ahora mirando atrás, puedo decirlo claro… aunque antes tenia mas “amigos” ahora que tengo menos… me siento mucho más rodeado…
Hola Mario, esto que mencionas me recuerda muchísimo a unos de mis primeros textos de Substack. Justamente hablaba de esto, de la paradoja de las conexiones. Creemos que tenemos más amigos por tener más contactos, pero no es así. Tenemos más relaciones superficiales y menos relaciones profundas.
No podía estar más de acuerdo. Al principio, las redes sociales sirvieron para conectar, reconectar o reencontrar viejos amigos, compañeros o amores. Pero ahora, todo eso se ha perdido. El mundo debería hacer un frenazo en seco y reconsiderar seriamente si vale la pena estar conectado a través de las redes sociales
Sí, siento que se han convertido en una especie de escaparate de nuestras vidas personales y no en un punto de encuentro. Además, para conectar siempre tendrás Whatsapp o el número de teléfono, ya ni recuerdo la última vez que charlé con un amigo por sitios como Instagram, Twitter o similares. Simplemente es que no tienen utilidad para mi esas redes.
Me hizo pensar sobre un argumentario histórico de Laqueur. El argumento que con forme creció la privacidad y el tiempo de ocio empezaron a desarrollarse ciertas ansiedades por como la gente pasaba el tiempo. Su libro es super interesante, Solitary Sex.
Creo que tienes razón entre compartir y exhibit. Ya que muchas veces lo que se exhibe por redes se exhibe por motivos distintos a los que motivan compartir una historia, un plato, o una experiencia con otra persona. Claro que también es diferente con quien se comparte ya que en el caso de la exhibición se tiene mucho menos control sobre quien lo puede ver.
¡Hola! No conocía ese libro, me lo voy a apuntar, gracias.
Tal y como dices, cuando exhibes algo, pierdes la propiedad. Cualquiera puede ver tu fotografía, guardarla y difundirla. Además, dejé de verle el sentido de alojar en un sitio como Instagram o Facebook mis momentos personales. Para eso tengo mi disco duro privado, además, me estoy volviendo un amante de guardar fotos en álbumes 😅.
Álvaro cada vez me gustan más tus newsletter y la forma en que reflexionas sobre algo tan cotidiano y que normalizados en nuestras vidas diarias. En lo personal "comparto" ciertas publicaciones, frases motivadoras, videos inspiradores, post que considero nos hacen reflexionar sobre la importancia de la bondad y la vida en comunidad; tengo mucho conflicto en compartir momentos de mi vida por lo que prefiero no compartir nada al respecto, me parece mucho más valioso compartir esos momentos con las personas personalmente.
Es un poco difícil abstraerse de todas está redes sociales y simplemente alejarse, sin embargo, se logra y más aún cuando aceptas que no necesitas likes no seguidores para buscar ningún tipo de aprobación, pero esto va de la mano del crecimiento personal y espiritual que cada uno haga. El uso de la tecnología debe hacerse responsablemente porque es casi imposible no compararse con otros aunque cada uno este en su tiempo.
¡Hola Natalia! Muchas gracias por tus palabras, me alegra saber que abres mis cartas con ganas :)
El debate de compartir y exhibir es peculiar. Si te das un paseo por internet observarás rápidamente que cada red social tiene unas dinámicas diferentes. Por ejemplo, en Substack predominan las personas que comparten información que busca generar debate, inspiración, etc. En Instagram, sin embargo, predomina un contenido diferente, la gran cantidad son momentos felices de las personas.
No estoy en contra de eso, solo quería hacer ver que son dos formas muy diferentes de publicar. Personalmente, no me interesa demasiado exponer en internet aspectos de la vida privada que hace años nos aterraría hacer públicos.
Es cuestión de ser conscientes de esta diferencia para poder decir qué hacer.
Totalmente de acuerdo en tu reflexión. Aunque también coincido con otros comentarios en que las redes sociales no son malas en sí mismas; todo depende de cómo las gestionamos. Todo en redes, según mi parecer, debe tomarse con la ligereza que merece. Compartir ese 1% está bien y es precisamente por eso que mantenemos nuestra integridad intacta. Si el público toma ese 1% y crea un avatar nuestro que representa a un falso 100%, eso queda bajo su propio criterio.
Al final, las redes son un juego lleno de mentiras, falsos rostros y emociones efímeras, superfluas, diseñadas para agradar o dejarse fluir por corrientes externas a nuestros pensamientos más genuinos y valiosos. Es un juego infinito y tóxico en el que solo seremos ganadores si lo atravesamos a nuestra manera, forjando nuestro propio camino.
Yo, en mi caso, uso solo Instagram como una bitácora personal. Solo tengo a personas cercanas, conocidas o que ‘comparten’ mis gustos y un modo de pensar similar. Subo fotos, mi “arte” —si se puede llamar así—, acompañado de fragmentos de las novelas o relatos que escribo, como un registro personal de creativa demencia, no como algo para exhibir a los demás. Si ellos están ahí o no, me es indiferente. Todo lo que subo tiene subjetivo significado.
No me importan los “me gusta”, ni me genera ningún tipo de placer conseguirlos. Esa no es la meta. Lo que busco de ello es mostrar mi “descenso a la locura” en forma de poesía sci-fi, como me gusta llamarlo juguetonamente. Me río de mis defectos, porque al final es lo más sincero que puedo tener. El sarcasmo es la musa de mis stories, ¿y qué importa si a fulanito no le gusta, o si menganito se sintió atacado por un comentario sin ánimos de ofender? Son libres de irse por el ciberespacio, lejos de mi vista.
Lamentablemente, en los tiempos que vivimos, los humanos creen que sus opiniones son magnánimas, merecedoras de atención y alabanzas. No es así. No somos nada, solo partículas en un vasto universo de datos y códigos binarios.
Es verdad que se pierde mucho tiempo en RRSS, momentos valiosos que podrían dedicarse al crecimiento personal, estudio o en forjar lazos personales tangibles. Sin embargo, sirven para descargar nuestro lado creativo, como un diario de chistes rápidos o anécdotas que pueden alegrar —o arruinar— el café a más de un amargado a las primeras luces del alba.
PD: Hace días me suscribí a tu blog, pero esta es la primera vez que comento. Leerlo siempre vale la pena para comenzar el día.
Haces una reflexión muy acertada. No creo que las redes sociales sean malas, pienso que la tecnología es neutra y depende del cómo la usemos. Como comentaba, ese 1% que compartimos de nuestra vida privada y que a veces es generalizado por el resto de personas termina creando una percepción distorsionada de la realidad. Por supuesto, es trabajo de cada persona recordar que las redes no son la realidad.
Tu forma de ver Instagram me ha hecho sentirme identificado, aunque dejé de usarlo, me planteé si merecía la pena usarlo con esa finalidad. Al final dejé de usarlo porque encontré otras opciones, pero yo fui de los que exponía mi intimidad ante todos como si fuese un álbum de fotos. Al final me cansé.
Respondiendo a tu posdata, me alegra mucho saber que me mis cartas te acompañan, es todo un orgullo para mi, de verdad.
Me ha gustado mucho la forma en que exploras el concepto de "extimidad" de Lacan, y la distinción entre compartir y exhibir en la era digital. Me ha estimulado a escribir un post sobre este tema, como psicólogo estoy particularmente interesado en profundizar, cómo estas dinámicas nuevas relacionadas con la tecnología influyen en nuestra vida diaria. En un entorno social donde se promueve exhibir la intimidad, el equilibrio solo puede encontrarse en una exposición que no comprometa nuestro mundo íntimo y privado.
¿Dónde crees que debería estar el equilibrio para compartir y proteger la intimidad en esta era digital?
¡Hola Hugo! Qué bueno que el texto te haya inspirado.
La idea de "extimidad" de Lacan es, sin duda, un concepto interesante para entender nuestra relación con la tecnología.
Sobre tu pregunta, creo que la clave está en reflexionar qué elegimos mostrar. Es crucial diferenciar entre lo que compartimos por afán de dar algo de valor (una crítica constructiva, un libro, un texto...) y lo que compartimos por exhibirnos (nuestros logros, momentos personales, eventos a los que hemos ido, etc).
Es interesante pensar antes de darle al botón de enviar y ver qué intención hay. Así podemos proteger nuestra privacidad y generar una comunidad más valiosa. No hay nada de malo en exhibirse, el problema es cuando no eres consciente de sus consecuencias.
Es para mi un orgullo que me menciones. ¡Estaré atento a tu texto!
Personalmente me encaja mucho tu artículo, soy una persona muy literal. Se llama “compartir” y yo siento que me “exhibo”, por eso nunca he sido de “compartir” mis fotos. De lo poco que he publicado,me sentía luego vanidosa, negativamente vanidosa. Por eso soy otro miembro del club “dejé-instagram”, claro.
Te entiendo perfectamente. Yo también dejé Instagram porque no sentía que realmente me aportase algo de valor. Veía que todo el contenido carecía de sentido, tenía mejores cosas que hacer con mi tiempo. Afortunadamente hay sitios como Substack, donde lo común es aportar contenido de valor.
Estoy aquí (léase Substack) porque se comparte más y se exhibe menos. Ergo, la razón por la que he acabado leyendo tu artículo y nutriéndome de él. El exhibicionismo en cambio, agota...
Cuando la exhibición de alguien me hace sentir subliminalmente mal, siempre me recuerdo que la foto de una pera no es una pera… 🍐
¡Hola Irene! Qué bueno que hayas encontrado Substack. Creo que como tú, muchas personas hemos descubierto aquí un lugar donde la norma suele ser intentar aportar algo de valor y no simplemente fotos de logros personales y méritos.
Me hace feliz saber que mi carta te inspiró. Gracias por comentar ♥️
Gracias por esto Álvaro, hace poco hice un detox de rrss de poco más de 20 días, una vez que pasé el periodo de abstinencia y la ansiedad del FOMO, encontré demasiada paz. Ahora que regresé me pregunto si verdaderamente quiero estar, es una forma de conectar con personas que de otra manera no lo haría, y al mismo tiempo cuando he pensado en compartir algo, me detengo porque no le veo propósito, se tiene vacío, ahora veo que es porque la palabra "compartir" de inicio no es lo que nos hacen creer.
Entiendo lo que cuentas, he vivido algo parecido con otras redes sociales que he ido abandonando. Sinceramente, las redes sociales pueden ser una excelente manera de conectar con otras personas, pero al mismo tiempo pueden ser una enorme fuente de distracción de cosas verdaderamente importantes. Es cuestión de encontrar un balance, hay sitios donde la gente comparte contenido de valor, otras veces, como me sucedía en Instagram, era pura exhibición.
Lo más importante es saber usar el tiempo y las aplicaciones de forma intencional, saber a qué vas. Si no te dan nada, simplemente bórralas. Yo me desprendí de Twitter e Instagram hace muchísimo y ha sido lo mejor que he podido hacer.
Piensa qué podrías hacer en tu caso y ya me cuentas :)
Una publicación muy interesante, Álvaro. Hasta ahora no me había parado a pensar en los matices de cómo se utiliza la palabra "compartir" en estos contextos de redes sociales (seguro es que ya lo tengo interiorizado), pero me ha resultado bastante revelador.
Lo que me resulta parodójico de todo esto es que según vamos haciendo más públicas nuestras intimidades, cada vez privatizamos más nuestras emociones y nuestro verdadero ser en pro de ese "yo público" tan idealizado".
Es interesante lo que comentas. En efecto, externalizamos cada vez más nuestra vida privada, pero seleccionamos muy bien que parte privada es la que queremos mostrar. Es muy común que escojamos aquellos momentos brillantes de nuestra vida y no los malos momentos. Solo hace falta darse un paseo por cualquier red social. Es algo humano, solo que las redes sociales lo han potenciado porque dan un alcance tremendo.
Me encanta y lo comparto. Considero que todavia no tengo una decision personal de que hacer Instagram. Si siento que me acerca de cierta manera a mis amigos que viven en otras ciudad. Y aunque estemos exhibiendo creo que a veces exhibir no necesariamente viene desde un lado de llenar un vacio. Creo que si se puede exhibir desde un lado sano. Aunque a quien engano, a la validacion si se siente gratificante. Por el momento mi opinion es intentar usarlo de la manera mas intencional y conscientes de que lo que vemos es el 1%
Estoy de acuerdo contigo. No hay nada de malo en exhibirse, en absoluto, solo quería hacer ver esa diferencia de intención entre unos tipos de contenidos y otros. En efecto, Instagram te puede acercar a personas que tienes lejos, aunque en mi caso dejó de tener esa utilidad porque mantengo ese contacto a través de Whatsapp, aunque sí estoy de acuerdo contigo.
Por otro lado, siempre hay que tener esa prudencia del 1%. Lo que se publica no es la realidad, representa una mínima parte de todo lo que le sucede a cada persona. No podemos usarlo como referencia porque siempre nuestra vida parecerá peor. Es lógico, estaríamos comparando el 1% mejor de alguien con lo bueno y lo malo de nosotros.
Comparto :) contigo que hay mucho exhibicionismo, y que este busca fundamentalmente reconocimiento y gratificación psicológica cuantificada. Y las empresas lo saben. Pero veo algunas inconsistencias en tu planteamiento.
Si solo “compartimos” el 1% no podemos estar entregando nuestra intimidad. En realidad, se comparte muchas veces lo más superficial, la imagen externa que queremos proyectar, incluso aunque sea un desnudo, lo que efectivamente roba algo de nuestra intimidad para la exhibición. Pero ante todo se comparten decorados, puestas en escena, postureo. Y no es un nuevo. Es humano. Desde los antiguos potlatch que regalaban para aparentar. En realidad en la era hiperconectada, es difícil conectar profundamente.
Por otro lado, la acepción de compartir como hacer a otros partícipes de lo que es tuyo para mí sigue siendo válida. Sí la RAE ha incluido una acepción más es por hacerla más específica, pero se subsume en la primera: tú compartes esta reflexión y yo el comentario como algo nuestro de lo que hacemos partícipes al resto. El problema no es el hecho de compartir la foto de una comida o de un instante chulo en vacaciones. Es la cantidad, la frecuencia y el propósito que, aunque sea bueno, por las anteriores, se puede desnaturalizar. Precisamente por la paradoja del dato de la que escribía el otro día (https://jajugon.substack.com/p/la-paradoja-del-dato) y sobre la que creo que tú también escribiste.
En fin, de acuerdo en lo esencial. Simplemente me parece importante observar que aunque la tecnología no es neutra, no es el demonio. Y que estos medios nos han facilitado la posibilidad de compartir mucho más más de lo que históricamente se ha podido compartir en el sentido bueno del término.
Yo interpreto que ese 1% al que se refiere Álvaro se basa en el gráfico que comparte. Hay personas que en su vida tiene momentos que valora del 1 al 10, pero solamente comparte los valorados en 10, de ahí ese 1%.
Sin embargo, concuerdo en lo que tú comentas. Hay también personas que comparten m´s momentos de sus vidas, incluso los valorados en 1, 2 o 3. Supongo que eso dependerá de cada cual. Aunque la tendencia es siempre compartir los momentos 10 de su vida, sobre todo los jóvenes.
Voy a leer esa Paradoja del dato, que suena interesante... 😉
¡Hola Javier!
Lo que mencionas de compartir solo el 1% me refería a la parte que seleccionamos. Perdemos intimidad al compartir nuestra vida y tendemos a mostrar además solo la parte privada que es extraordinaria, los momentos 10/10, la gente no suele hacer público sus fracasos.
Concuerdo contigo en que es algo humano, la diferencia creo que está en el alcance, alguien ahora puede mostrarse a un nivel de alcance que era imposible de imagina antes de internet, aunque como dices, es algo humano, lógicamente. Las redes sociales simplemente permiten amplificarlo.
Sobre la acción de compartir, concuerdo contigo y es lo que mencionaba en la última frase: "Pregúntate cuál es la intención en tu acto de compartir", A veces la intención no es la de generar una conversación o brindar algo útil al resto, se muestran cosas solo para buscar un refuerzo positivo mediante "me gusta" y comentarios.
Buen comentario y gracias por tu mención a los potlatch, no los conocía.
Caramba Álvaro, cada día te superas más. 👏
Hay tanto que comentaría en tu carta, que no sé si será práctico. A veces creo que lo mejor es escribir yo una carta en respuesta a las tuyas, porque aquí hay mucha «enjundia», que diría un granjero.
Cierto es que hace años nadie pensaba en que íbamos a llegar donde estamos ahora. Recuerdo en los inicios de Twitter que la gente solía comentar, con sorna, que qué iban a comentar ellos en 140 caracteres: «Me peino delante del espejo», «saco la basura a las tantas de la noche», «voy a matar a mi suegra». Muchos veían un fracaso rotundo de Twitter porque nadie iba a ver relevancia en esas tonterías. Fíjate a dónde hemos llegado.
Me ha sorprendido lo de la palabra compartir. Desconocía por completo que hubieran añadido una acepción, como comentas. Pero según lo leído, tiene completo sentido. Concuerdo en que no es lo mismo «mándalo, envíalo, exhíbelo» que «compártelo».
Las apreciaciones de Goffman dan en el clavo. A pesar de que ahora somos más conscientes de lo que vemos, es verdad que hasta no hace mucho, sobre todo los más jóvenes, siempre se quedaban con que lo que veían a través de sus pantallas respecto de una persona, eran los mundos de yupi. Menos mal que ahora la cosa está algo más equilibrada y ahora somos más conscientes de esa diferencia entre el «yo público» y el «yo privado» y de que no siempre lo que se muestra es la realidad del día a día de una persona.
Una de mis amistades se ha resentido conmigo porque una vez le dije, mientras tomábamos un café, que si no se metía el teléfono en el bolsillo, no volvería a quedar con él para tomar nada. Se lo tomó a mal en un principio. Luego recapacitó. Pero llegó a decirme que con mi afirmación lo que estaba haciendo era coartar su libertad. Que él podía hacer lo que quisiera y yo no debía quejarme, ya que no me estaba haciendo ningún daño. Tuve que hacerle ver y explicarle que la libertad suya terminaba donde empezaba la mía. Yo no me sentía libre hablando con él mientras estaba continuamente mirando su pantalla del móvil, también me sentía coartado ante su indiferencia. Le hice ver la incomodidad que es estar hablando con alguien que parece que no te está escuchando y que lo que está viendo en su móvil es más importante que mi conversación. Al final recapacitó y lo entendió, pero lo mío me costó. Y lo cierto es que desde entonces nos hemos visto menos.
Respecto a la última parte en tu carta, yo no veo nada malo en que una persona exhiba toda su vida, si es lo que quiere hacer, y no sólo momentos. Lo que sí tiene es que tener claras las cosas que podrían sucederle, tanto las buenas como las malas. Yo he aprendido cosas buenas de gente que ha mostrado intimidades y formas de pensar que normalmente no suele contar en persona. Yo mismo, por ejemplo, he contado intimidades en mis cartas. He compartido vivencias que no he contado a mucha gente, en algunos casos a nadie. Y considero que podrán ayudar a quienes las lean, de una forma u otra. Como yo aprendí de otros. Evidentemente hay intimidades de muchas clases. Yo me refiero a las intimidades del pensar, de lo que se nos pasa por la cabeza. Conceptos como la libertad, la quietud, la tristeza, la felicidad, etc, son cosas de las que no se suele hablar en una reunión de amigos. Me refiero de forma profunda o filosófica. Porque si lo haces ya te miran extrañados o te preguntan qué has fumado. Al menos ésa es mi experiencia. Todos mis conocidos y familiares desconocen esta faceta mía de escribir y de «exhibir» mis pensamientos y mis vivencias, y a buen seguro se sorprenderán y mucho de lo que leerán cuando me descubran (no oculto mi nombre real ni mi foto). Lo que más me tiene intrigado es qué pensaran cuando me descubran, ya que de todo lo que yo hablo en mis cartas, nunca he hablado en persona con nadie, o casi. Por lo que comento. Porque no tengo con quién hablar de temas más filosóficos y profundos. No te digo cuando lean mis poesía de amor...jajaja. Eso va a ser la coña marinera. En fin. Supongo que lo descubriré más pronto que tarde.
Considero que deben existir contenidos de todo tipo. Y que cada cual consuma los que le venga en gana y le aporten más según su forma de vivir la vida. Tú no me dejes de enviar cartas como ésta, y de aportar el valor que aportas, que para mí son la salsa de la vida. Porque si te perdemos, ya me quedará un vacío que cubrir. Y no será fácil. 😉
Gracias por estar. ❤️
¡Hola Jaime! Es casi más largo tu comentario que mi carta jajaja.
Al igual que tú, muy pocas personas de mi círculo saben que escribo, de todos modos eso no importa porque ninguno de ellos lee 😅. Con respecto a la persona que usaba contigo el teléfono móvil, yo también he vivido situaciones similares. La que más me llama la atención es en las paradas de bus, donde nadie habla y cada uno está en su burbuja.
Como tú, pienso que no hay nada de malo en mostrar el ámbito privado, lo que sí quería hacer ver era justo esto, que hace tiempo se nos haría impensable mostrar eso donde cualquier persona desconocida pudiera verlo.
Me alegro que te haya hecho reflexionar y si quieres, siempre puedes escribir cartas a modo de respuesta a las mías, me encantará leerlas.
Gracias por abrir mi carta un día más 🙏.
Intentaré ser más comedido en mis comentarios, si. Porque luego veo todos los comentarios que recibes y pienso: «madre mía, este chico. Cuando entre aquí y vea todo lo que tiene que contestar, ¡le va a dar un síncope!» JAJAJA... 😅
No te preocupes por la longitud de los comentarios, yo leo todo lo que me llega con mucha ilusión. Lo único que puedo decirte es que podrías comenzar a hacer cartas en las que respondes a mis cartas explicando tu punto de vista. Así comenzamos una conversación epistolar como los grandes pensadores de la antigüedad jajaja.
Me ha gustado eso de la conversación epistolar... le daremos una vuelta. 🤔 😉
Es increíble cómo cambian los conceptos cuando nos detenemos a pensar. Yo sigo usando redes sociales y les doy diferentes usos a cada una de mis cuentas. La personal tiene muchas fotos que hablan de mí y de mis días. Son momentos. Los publico para no olvidarme de los momentos en los que disfruté de un paseo, de personas, de sabores, de olores. Sí que miro los comentarios y la cantidad de likes. También vuelvo a viejas publicaciones para recordar, para revivir, para decirme a mí misma que evolucioné (creo). Soy sentimental y me encanta ser analítica también. El equilibrio es lo mejor en estos y en todos los tiempos. Excelente carta la de hoy.
¡Hola Fernanda!
Yo también subía mis momentos personales a Instagram, pero comencé a sentirme desubicado, como que ese no era el sitio. Es lo que decía en la carta, que hace años nadie publicaría su vida así como así donde cualquier podría verla. Un día decidí guardar mis fotos en mi ordenador y dejé de usar Instagram, al final es lo mismo, pero comencé a sentir mis fotos como algo más íntimo, como los antiguos álbumes de fotos.
Quizá solo soy un nostálgico 😅.
Es válido. Yo también sigo haciendo impresiones en papel de mis mejores fotografías.
Me identifico contigo. Mi Instagram es para mí un depositario de mis memorias 💖
Super interesante esto que traes esta semana, creo que podría hablar sobre todo ello largo y tendido.
Sobre la idea de "yo público" y "yo privado" de Erving Goffman, creo que es interesante entender que Goffman lo propuso muchísimo antes de que las redes sociales (o incluso Internet) fuera algo de uso común. Y es verdad que ya había una clara diferencia entre el "yo público" y el "yo privado". Cada cual de puertas afuera decidía crear una narrativa de su vida (más o menos fiel), mientras que mantenía una vida privada mucho más compleja.
Con Internet, IRC, los foros y las redes sociales, se crea una forma más fácil de crear un personaje en forma de "yo digital". A diferencia del "yo público", este "yo digital" puede crear una realidad que no tiene que ser sustentada con una apariencia física, un comportamiento, unos gestos y una capacidad de expresarse de forma oral. Basta con un puñado de fotografías o imágenes, acompañadas de un texto que puedes tomarte tu tiempo para construir acorde a esa narrativa que quieras proyectar. De hecho, hasta permite crear múltiples personajes, más o menos fieles a tu realidad.
A lo largo de los 20 últimos años, he conocido muchas personas primero a través de Internet (por diferentes medios) y más tarde en persona. Con eso, me he percatado de que hay gente cuyo "yo digital" proyecta una imagen muy semejante a su "yo público", pero hay muchos más que no. En la mayoría de los casos, es la limitación del medio (o la falta de familiaridad con el mismo) lo que impide que ese "yo digital" sea fiel a ese "yo público", y no tanto una decisión de la persona de que sea así. Lo más sorprendente es que, una vez que conoces al "yo público", de repente es muchísimo más fácil interpretar y contextualizar a ese "yo digital". Ya sea porque es un personaje creado de forma intencionada, o porque esos matices como el sarcasmo y la ironía se localizan de una manera mucho más efectiva cuando tienes un contexto más global de esa persona.
Por último, y para cerrar esta turra que os he metido aquí, creo que esa posibilidad de crear un "yo digital" ha permitido a muchas personas derribar barreras que habría sido imposible derribar mediante su "yo público". También ha ayudado a que mucha gente encuentre entornos más seguros donde poder expresarse y crecer como individuos. Aunque solo sea por esto, las redes sociales merecen la pena.
¡Hola Miguel!
Efectivamente, Goffman hablada de esto antes de las redes sociales. El "yo digital" sería una versión aún más externa del "yo privado". Eso que tú dices yo lo he vivido en varias ocasiones, conoces a alguien en persona e inmediatamente ves que no es como parece ser en el mundo digital.
Las redes sociales, como tú dices, también han ofrecido un espacio sin barreras a personas que en público y cara a cara no se sentían capaces de expresarse libremente. Eso es cierto y hay que valorarlo, aunque también está quien las usa para hacer daño desde el anonimato. Todo tiene su lado bueno y su lado malo, pero sí que han traído nuevas posibilidades.
¡Buen comentario e interesante concepto el del "yo digital"!
Estoy muy de acuerdo con la tesis del "yo digital", al final cuando se utilizan las redes sociales de manera estratégica son muy útiles.
En mi opinión esto de las redes es como todo, cuestión de saber usarlas. Por ejemplo IG se usa para mucho más que para exhibir tu vida, ahí se encuentran interesantes perfiles de fotografía (fotografía como tal, no la relacionada al mírame a mí mismo y mi vida), ilustración, libros..., lo mismo FB, X o cualquier otro medio. Pero si uno está enfocado en hablar de sí mismo y mostrarse constantemente a sí mismo en las redes cualquier tipo de red va a ser más de lo mismo. Substak está bien, pero no es mucho más que una aplicación de blogs con más posibilidades que los iniciales, lo que te pueda servir o no depende de quien lo use.
Personalmente no le veo mucha diferencia con otras redes sociales, hay mucho de lo mismo, mucha gente explicando a otra cómo vivir, cómo sacar 'lo mejor de uno mismo', ser más eficiente, mostrar su vida diaria como si de un folletín se tratase... no está ni mal ni bien, cada uno tiene sus necesidades de expresión y lectura, pero como decía, más de lo mismo. Y paralelamente a eso hay quien comparte temas concretos y reflexiones que van más allá de sí mismos (lo que es casi una proeza en estos tiempos en el que la medida parece ser el 'yo' de cada uno), pero esto también se encuentra en las otras redes.
Lo único nuevo de substak es que además se pretenda que se puede llegar a monetizar lo que uno escribe en los posts, como si todos fuéramos grandes escritores por descubrir, o estuviésemos ofreciendo grandes servicios, vamos, de nuevo eso tan de esta época de 'producción y beneficio' (cómo ser más efectivo incluso en tu tiempo libre). No sé, yo aún estoy esperando un sistema de red que priorice y de lugar a lo colectivo (pero colectivo de verdad) y no lo individual, como hacen todas hasta ahora aunque disfrazadas de colectivo.
¡Hola! Sí, lógicamente hay personas que aportar contenido de interés, lo que quería hacer ver es esa diferencia que tú mencionas. La gran mayoría de perfiles en todas las redes son usuarios corrientes que muestran su vida personal, aunque lógicamente hay quienes usan Instagram como un medio de promoción de su trabajo fotográfico. Algo similar sucede en todas las redes sociales, lo que puntualizaba acerca de Substack es que el foco está en esta parte y no en perfiles personales donde las personas comparten lo que hasta hace unos años se consideraba como privado.
Con respecto a lo último que comentas, la verdad, no se si alguna vez existirá una plataforma que priorice lo colectivo y no lo individual, como mencionabas. Lo veo muy difícil.
¡Gracias por el comentario!
No estoy muy segura de que la gran mayoría de los usuarios de otras redes sean usuarios corrientes (¿qué es eso?) que muestran su vida personal. Yo conozco pocos de esos (que muestren su vida personal), sinceramente, es más, tanto en FB como en IG, Linkedin, Mastodon o X hay mucha gente que comparte, realmente comparte, información y reflexiones muy interesantes sobre literatura, filosofía, arquitectura, fotografía... cualquier cosa que te puedas imaginar. La diferencia con substack es que este viene más de la familia de los 'blogs', en realidad es casi lo mismo, pero con algunas aplicaciones extras más acordes a la actualidad y que ofrece la posibilidad de pedir dinero a quien te quiera leer, esto último me chirría un poco, la verdad. Pero como decía, todo depende del uso que le des (y a quién sigas).
Impresionante artículo.
Te “comparto” que yo deje hace años las redes sociales justo por eso. Mi pregunta fue… si la gente quiere conocer mi vida… por que no vivirla conmigo?
Y me atreví a cerrar todo y ver que pasaba.
Y pasó lo que necesitaba que pasase… aunque confieso que no me gustó…
Me quede con la gente que quería estar, y no fue tanta, pero ahora mirando atrás, puedo decirlo claro… aunque antes tenia mas “amigos” ahora que tengo menos… me siento mucho más rodeado…
Hola Mario, esto que mencionas me recuerda muchísimo a unos de mis primeros textos de Substack. Justamente hablaba de esto, de la paradoja de las conexiones. Creemos que tenemos más amigos por tener más contactos, pero no es así. Tenemos más relaciones superficiales y menos relaciones profundas.
Hice lo mismo que tu y concuerdo contigo al 100%.
Hablaba de este texto, por si quieres echarle un ojo: https://open.substack.com/pub/jardinmental/p/error-429-exceso-de-amigos?r=3fl9xz&utm_campaign=post&utm_medium=web
No podía estar más de acuerdo. Al principio, las redes sociales sirvieron para conectar, reconectar o reencontrar viejos amigos, compañeros o amores. Pero ahora, todo eso se ha perdido. El mundo debería hacer un frenazo en seco y reconsiderar seriamente si vale la pena estar conectado a través de las redes sociales
Sí, siento que se han convertido en una especie de escaparate de nuestras vidas personales y no en un punto de encuentro. Además, para conectar siempre tendrás Whatsapp o el número de teléfono, ya ni recuerdo la última vez que charlé con un amigo por sitios como Instagram, Twitter o similares. Simplemente es que no tienen utilidad para mi esas redes.
Me hizo pensar sobre un argumentario histórico de Laqueur. El argumento que con forme creció la privacidad y el tiempo de ocio empezaron a desarrollarse ciertas ansiedades por como la gente pasaba el tiempo. Su libro es super interesante, Solitary Sex.
Creo que tienes razón entre compartir y exhibit. Ya que muchas veces lo que se exhibe por redes se exhibe por motivos distintos a los que motivan compartir una historia, un plato, o una experiencia con otra persona. Claro que también es diferente con quien se comparte ya que en el caso de la exhibición se tiene mucho menos control sobre quien lo puede ver.
¡Hola! No conocía ese libro, me lo voy a apuntar, gracias.
Tal y como dices, cuando exhibes algo, pierdes la propiedad. Cualquiera puede ver tu fotografía, guardarla y difundirla. Además, dejé de verle el sentido de alojar en un sitio como Instagram o Facebook mis momentos personales. Para eso tengo mi disco duro privado, además, me estoy volviendo un amante de guardar fotos en álbumes 😅.
Álvaro cada vez me gustan más tus newsletter y la forma en que reflexionas sobre algo tan cotidiano y que normalizados en nuestras vidas diarias. En lo personal "comparto" ciertas publicaciones, frases motivadoras, videos inspiradores, post que considero nos hacen reflexionar sobre la importancia de la bondad y la vida en comunidad; tengo mucho conflicto en compartir momentos de mi vida por lo que prefiero no compartir nada al respecto, me parece mucho más valioso compartir esos momentos con las personas personalmente.
Es un poco difícil abstraerse de todas está redes sociales y simplemente alejarse, sin embargo, se logra y más aún cuando aceptas que no necesitas likes no seguidores para buscar ningún tipo de aprobación, pero esto va de la mano del crecimiento personal y espiritual que cada uno haga. El uso de la tecnología debe hacerse responsablemente porque es casi imposible no compararse con otros aunque cada uno este en su tiempo.
¡Hola Natalia! Muchas gracias por tus palabras, me alegra saber que abres mis cartas con ganas :)
El debate de compartir y exhibir es peculiar. Si te das un paseo por internet observarás rápidamente que cada red social tiene unas dinámicas diferentes. Por ejemplo, en Substack predominan las personas que comparten información que busca generar debate, inspiración, etc. En Instagram, sin embargo, predomina un contenido diferente, la gran cantidad son momentos felices de las personas.
No estoy en contra de eso, solo quería hacer ver que son dos formas muy diferentes de publicar. Personalmente, no me interesa demasiado exponer en internet aspectos de la vida privada que hace años nos aterraría hacer públicos.
Es cuestión de ser conscientes de esta diferencia para poder decir qué hacer.
Totalmente de acuerdo en tu reflexión. Aunque también coincido con otros comentarios en que las redes sociales no son malas en sí mismas; todo depende de cómo las gestionamos. Todo en redes, según mi parecer, debe tomarse con la ligereza que merece. Compartir ese 1% está bien y es precisamente por eso que mantenemos nuestra integridad intacta. Si el público toma ese 1% y crea un avatar nuestro que representa a un falso 100%, eso queda bajo su propio criterio.
Al final, las redes son un juego lleno de mentiras, falsos rostros y emociones efímeras, superfluas, diseñadas para agradar o dejarse fluir por corrientes externas a nuestros pensamientos más genuinos y valiosos. Es un juego infinito y tóxico en el que solo seremos ganadores si lo atravesamos a nuestra manera, forjando nuestro propio camino.
Yo, en mi caso, uso solo Instagram como una bitácora personal. Solo tengo a personas cercanas, conocidas o que ‘comparten’ mis gustos y un modo de pensar similar. Subo fotos, mi “arte” —si se puede llamar así—, acompañado de fragmentos de las novelas o relatos que escribo, como un registro personal de creativa demencia, no como algo para exhibir a los demás. Si ellos están ahí o no, me es indiferente. Todo lo que subo tiene subjetivo significado.
No me importan los “me gusta”, ni me genera ningún tipo de placer conseguirlos. Esa no es la meta. Lo que busco de ello es mostrar mi “descenso a la locura” en forma de poesía sci-fi, como me gusta llamarlo juguetonamente. Me río de mis defectos, porque al final es lo más sincero que puedo tener. El sarcasmo es la musa de mis stories, ¿y qué importa si a fulanito no le gusta, o si menganito se sintió atacado por un comentario sin ánimos de ofender? Son libres de irse por el ciberespacio, lejos de mi vista.
Lamentablemente, en los tiempos que vivimos, los humanos creen que sus opiniones son magnánimas, merecedoras de atención y alabanzas. No es así. No somos nada, solo partículas en un vasto universo de datos y códigos binarios.
Es verdad que se pierde mucho tiempo en RRSS, momentos valiosos que podrían dedicarse al crecimiento personal, estudio o en forjar lazos personales tangibles. Sin embargo, sirven para descargar nuestro lado creativo, como un diario de chistes rápidos o anécdotas que pueden alegrar —o arruinar— el café a más de un amargado a las primeras luces del alba.
PD: Hace días me suscribí a tu blog, pero esta es la primera vez que comento. Leerlo siempre vale la pena para comenzar el día.
Saludos.
¡Hola Samael!
Haces una reflexión muy acertada. No creo que las redes sociales sean malas, pienso que la tecnología es neutra y depende del cómo la usemos. Como comentaba, ese 1% que compartimos de nuestra vida privada y que a veces es generalizado por el resto de personas termina creando una percepción distorsionada de la realidad. Por supuesto, es trabajo de cada persona recordar que las redes no son la realidad.
Tu forma de ver Instagram me ha hecho sentirme identificado, aunque dejé de usarlo, me planteé si merecía la pena usarlo con esa finalidad. Al final dejé de usarlo porque encontré otras opciones, pero yo fui de los que exponía mi intimidad ante todos como si fuese un álbum de fotos. Al final me cansé.
Respondiendo a tu posdata, me alegra mucho saber que me mis cartas te acompañan, es todo un orgullo para mi, de verdad.
Gracias por tu artículo Álvaro!
Me ha gustado mucho la forma en que exploras el concepto de "extimidad" de Lacan, y la distinción entre compartir y exhibir en la era digital. Me ha estimulado a escribir un post sobre este tema, como psicólogo estoy particularmente interesado en profundizar, cómo estas dinámicas nuevas relacionadas con la tecnología influyen en nuestra vida diaria. En un entorno social donde se promueve exhibir la intimidad, el equilibrio solo puede encontrarse en una exposición que no comprometa nuestro mundo íntimo y privado.
¿Dónde crees que debería estar el equilibrio para compartir y proteger la intimidad en esta era digital?
Con tu permiso te menciono en mi artículo ;)
¡Hola Hugo! Qué bueno que el texto te haya inspirado.
La idea de "extimidad" de Lacan es, sin duda, un concepto interesante para entender nuestra relación con la tecnología.
Sobre tu pregunta, creo que la clave está en reflexionar qué elegimos mostrar. Es crucial diferenciar entre lo que compartimos por afán de dar algo de valor (una crítica constructiva, un libro, un texto...) y lo que compartimos por exhibirnos (nuestros logros, momentos personales, eventos a los que hemos ido, etc).
Es interesante pensar antes de darle al botón de enviar y ver qué intención hay. Así podemos proteger nuestra privacidad y generar una comunidad más valiosa. No hay nada de malo en exhibirse, el problema es cuando no eres consciente de sus consecuencias.
Es para mi un orgullo que me menciones. ¡Estaré atento a tu texto!
Personalmente me encaja mucho tu artículo, soy una persona muy literal. Se llama “compartir” y yo siento que me “exhibo”, por eso nunca he sido de “compartir” mis fotos. De lo poco que he publicado,me sentía luego vanidosa, negativamente vanidosa. Por eso soy otro miembro del club “dejé-instagram”, claro.
Un artículo muy esclarecedor, gracias. Un saludo.
¡Hola Meritxell!
Te entiendo perfectamente. Yo también dejé Instagram porque no sentía que realmente me aportase algo de valor. Veía que todo el contenido carecía de sentido, tenía mejores cosas que hacer con mi tiempo. Afortunadamente hay sitios como Substack, donde lo común es aportar contenido de valor.
Gracias por tu comentario :)
Estoy aquí (léase Substack) porque se comparte más y se exhibe menos. Ergo, la razón por la que he acabado leyendo tu artículo y nutriéndome de él. El exhibicionismo en cambio, agota...
Cuando la exhibición de alguien me hace sentir subliminalmente mal, siempre me recuerdo que la foto de una pera no es una pera… 🍐
¡Hola Irene! Qué bueno que hayas encontrado Substack. Creo que como tú, muchas personas hemos descubierto aquí un lugar donde la norma suele ser intentar aportar algo de valor y no simplemente fotos de logros personales y méritos.
Me hace feliz saber que mi carta te inspiró. Gracias por comentar ♥️
Gracias por esto Álvaro, hace poco hice un detox de rrss de poco más de 20 días, una vez que pasé el periodo de abstinencia y la ansiedad del FOMO, encontré demasiada paz. Ahora que regresé me pregunto si verdaderamente quiero estar, es una forma de conectar con personas que de otra manera no lo haría, y al mismo tiempo cuando he pensado en compartir algo, me detengo porque no le veo propósito, se tiene vacío, ahora veo que es porque la palabra "compartir" de inicio no es lo que nos hacen creer.
¡Hola Lily!
Entiendo lo que cuentas, he vivido algo parecido con otras redes sociales que he ido abandonando. Sinceramente, las redes sociales pueden ser una excelente manera de conectar con otras personas, pero al mismo tiempo pueden ser una enorme fuente de distracción de cosas verdaderamente importantes. Es cuestión de encontrar un balance, hay sitios donde la gente comparte contenido de valor, otras veces, como me sucedía en Instagram, era pura exhibición.
Lo más importante es saber usar el tiempo y las aplicaciones de forma intencional, saber a qué vas. Si no te dan nada, simplemente bórralas. Yo me desprendí de Twitter e Instagram hace muchísimo y ha sido lo mejor que he podido hacer.
Piensa qué podrías hacer en tu caso y ya me cuentas :)
Una publicación muy interesante, Álvaro. Hasta ahora no me había parado a pensar en los matices de cómo se utiliza la palabra "compartir" en estos contextos de redes sociales (seguro es que ya lo tengo interiorizado), pero me ha resultado bastante revelador.
Lo que me resulta parodójico de todo esto es que según vamos haciendo más públicas nuestras intimidades, cada vez privatizamos más nuestras emociones y nuestro verdadero ser en pro de ese "yo público" tan idealizado".
¡Hola Jose!
Es interesante lo que comentas. En efecto, externalizamos cada vez más nuestra vida privada, pero seleccionamos muy bien que parte privada es la que queremos mostrar. Es muy común que escojamos aquellos momentos brillantes de nuestra vida y no los malos momentos. Solo hace falta darse un paseo por cualquier red social. Es algo humano, solo que las redes sociales lo han potenciado porque dan un alcance tremendo.
Tuviste una muy buena observación.
Me encanta y lo comparto. Considero que todavia no tengo una decision personal de que hacer Instagram. Si siento que me acerca de cierta manera a mis amigos que viven en otras ciudad. Y aunque estemos exhibiendo creo que a veces exhibir no necesariamente viene desde un lado de llenar un vacio. Creo que si se puede exhibir desde un lado sano. Aunque a quien engano, a la validacion si se siente gratificante. Por el momento mi opinion es intentar usarlo de la manera mas intencional y conscientes de que lo que vemos es el 1%
¡Hola Valeria!
Estoy de acuerdo contigo. No hay nada de malo en exhibirse, en absoluto, solo quería hacer ver esa diferencia de intención entre unos tipos de contenidos y otros. En efecto, Instagram te puede acercar a personas que tienes lejos, aunque en mi caso dejó de tener esa utilidad porque mantengo ese contacto a través de Whatsapp, aunque sí estoy de acuerdo contigo.
Por otro lado, siempre hay que tener esa prudencia del 1%. Lo que se publica no es la realidad, representa una mínima parte de todo lo que le sucede a cada persona. No podemos usarlo como referencia porque siempre nuestra vida parecerá peor. Es lógico, estaríamos comparando el 1% mejor de alguien con lo bueno y lo malo de nosotros.
Hay que tener eso en cuenta.