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“Nadie es inútil en este mundo si alivia la carga de otra persona.” ~ Charles Dickens
En el trajín de la vida, a veces nos encontramos con obstáculos que nos dejan pensativos sobre el valor de la solidaridad y el agradecimiento. Recientemente, tuve una experiencia que me llevó a entender esto de una manera más profunda. Todo comenzó con una simple salida en bicicleta por las montañas, pero pronto se convirtió en día de obstáculos y lecciones de vida.
El plan
Como amante de la naturaleza y el deporte, disfruto de ir en bici por el campo. No falto a mi cita con la naturaleza, sea solo o con amigos, por bosques, playas y campos. La última vez que salí, y desde hacía ya unos días, notaba un ligero movimiento en la biela derecha de la bicicleta. Sin embargo, no le di gran importancia, apreté el tornillo y listo. Esta pieza negra que conecta el pedal es justamente de la que hablo.
Tenía confianza en que haber apretado el tornillo era suficiente, por lo que este sábado salí con mi hermano mayor al campo, iba a ser un gran día. El plan era visitar las ruinas de un antiguo castillo que está en la cima y desde el que hay unas vistas privilegiadas. Para ello tomamos un sendero de montaña. Salimos por la mañana y volveríamos al mediodía. Llevábamos lo habitual, comida, agua y unas herramientas.
El incidente
A mitad del recorrido, cuando había que pedalear con fuerza para subir cuestas, la biela empezó a temblar. Al bajarnos de las bicis y coger una llave para apretar el tornillo comprobamos que ya estaba fuertemente apretado. Era un problema de desgaste, no del tornillo. El metal de la pieza se había desgastado de tanto usarse y no se sostenía en su sitio. Así era imposible pedalear, estaba a punt ode romperse y estábamos por lo menos a 2 horas a pie de casa. ¿Y ahora qué hacemos?
La sorpresa
Con pocas herramientas y ninguna solución clara decidimos dejarnos llevar cuesta abajo hasta llegar a un pueblo cercano a varios kilómetros de casa que está justo a los pies de la montaña a la que subíamos. Conocíamos el lugar y con Google Maps pudimos encontrar fácilmente tiendas de bicicletas.
Fuimos a la tienda más cerca y les conté lo que pasaba. Me dijeron que sin dinero no me atendían, nada de favores. Pensamos en volvernos andando tras esta respuesta, pero antes de irnos pasamos por otra tienda.
La segunda tienda estaba regentada por un señor mayor. Le comenté lo que me había sucedido y me dijo que esperase un momento. Se marchó a la parte de atrás de la tienda y al momento vino diciendo: “chico, hoy es tu día de suerte”. El amable señor me regaló una biela de una antigua bicicleta que habían desmotando. Me comentó que era de segunda mano, estaba muy sucia y era diferente modelo, pero serviría.
Desmontamos mi pieza y pusimos la que me había dado. Le agradecí muchísimo su gesto de generosidad y le dije: “señor, usted no habrá ganado dinero con esto, pero le aseguro que ganado un cliente.” Su acto altruista me marcó profundamente.
Con la bicicleta reparada, emprendí mi camino de regreso con mi hermano. Durante el camino no parábamos de hablar sobre aquel hombre. Le debía una.
Devolver el favor
Este lunes por la tarde aproveché para comprar una biela nueva del mismo tipo y quitar la que el señor me dio. Adivina a que tienda fui, exacto, a la del señor. Hice un camino de unos 10 kilómetros en bici expresamente para ir a comprarle la pieza.
Le pregunté si se acordaba de mi, no estaba seguro, pero en el momento el que le recordé quien era y lo que me pasó sonrió. “Ya le dije que había ganado un cliente.”
La lección
En la vida siempre surgen imprevistos, problemas y desafíos, es reconfortante saber que siempre hay personas dispuestas a tender una mano y ayudarte. Tenemos que ayudar a los demás cuando podamos porque aquellos que sean agradecidos nos ayudarán a nosotros cuando estemos en problemas. Hoy por mi, mañana por ti.
Ahora te toca a ti, ¿has tenido alguna experiencia parecida? ¿Le devolviste el favor?
📚 Referencias
Dickens, Charles (1989). Our Mutual Friend. New York: Oxford University Press. ISBN 978-0192817952.
Exacto. Pero sólo si es agradecido, porque si no lo es, pensará simplemente que eres un tonto del que se puede aprovechar y en ciertos ambientes eso abunda mucho más que ser agradecido.
La cuestión es que uno debe portarse bien por hacerlo bien, porque de esa manera su comportamiento será coherente con sus principios y no habrá, de paso, problemas de conciencia que no son si no el desajuste que se produce entre lo que se piensa realmente de una acción y lo que realmente se hizo cuando llegó el momento de realizarla. Cada uno debemos responder por nuestras acciones y pensamientos, no de los realicen o piensen los demás. Creo que si la gente se preocupara más de actuar bien cada uno en lugar de juzgar al resto, habría bastantes menos problemas...
¡Justo estaba pensando en escribir sobre la gratitud! Para mi es muy importante valorar los favores que nos hacen los demás, así como las situaciones buenas que nos ocurren. Me gusta que la otra persona sepa que me he dado cuenta de su buena intención, creo que puede ser reconfortante para muchas personas y me da igual si quedo como una pesada con tanto "gracias"! Ya lo dicen, ¡Es de bien nacido ser agradecido! Y lo que dices, ser consciente de estos detalles inspira a hacer acciones en beneficio a los demás sin esperar nada a cambio.