3 Ideas Atemporales para Resolver Problemas Antes de que Ocurran
Más vale prevenir que curar
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En 1940, Europa estaba al borde del colapso.
Francia, que hasta entonces había sido un clave en la lucha contra la expansión nazi, estaba al borde de la rendición. En este escenario, Winston Churchill tomó una de las decisiones más difíciles de su carrera. Su objetivo: evitar que la flota francesa, una de las más poderosas, cayera en manos de los nazis.
Si Hitler lograba el control de esos barcos, dominaría los mares.
Churchill no dudó.
Ordenó la destrucción de los barcos franceses aliados del puerto de Mers-el-Kébir, en Argelia. Una decisión controvertida en su época, pero Churchill entendió que era una anticipación para evitar el mal mayor: que los barcos cayeran en manos enemigas.
Lo que hizo Churchill fue anticiparse al desastre.
Solucionar problemas presentes en lugar de buscar soluciones a catástrofes futuras.
Este evento histórico nos deja una lección: la anticipación es una habilidad estratégica clave. Si somos capaces de anticiparnos a los problemas, jugamos con ventaja, solucionamos los problemas antes siquiera de que existan.
Ahora bien, ¿cómo podemos aplicar esta mentalidad en nuestra vida diaria?
Aquí van algunas ideas.
1. Visualización negativa
Séneca ya lo sabía hace 2000 años. El filósofo aconsejó a su amigo Lucilio usar la técnica “praemeditatio malorum” (pre-estudiar los males). Una técnica para anticiparse a los problemas y estar preparado para cuando sucedan (porque sucederán).
Nada es totalmente fiable.
Por ejemplo: ¿Qué pasaría si surge una emergencia médica o tuvieses que reparar tu coche o reformar tu casa? ¿tienes un colchón de ahorros para imprevistos? ¿cómo podrías lidiar con estos problemas sin que todo se te venga abajo?
Piensa en estos escenarios con antelación y tendrás el control de la situación.
Así no paralizarás ante cualquier sorpresa y actuarás con calma y decisión. Marco Aurelio escribió sobre esto en su diario, realizaba la práctica temprano en la mañana. Piensa en aquellas áreas cruciales de tu vida de las que dependen el resto de cosas y asegúrate de tener una respuesta o una idea de qué hacer en caso de problemas.
Una forma de encontrar esa respuesta es mediante una reserva de precaución, o sea, sobredimensionar la seguridad de los elementos clave para prevenir catástrofes.
Se trata de tejer una red para no caer al vacío.
Se trata de convertir lo impredecible en predecible.
2. Aprende de los errores (incluso antes de cometerlos)
¿Qué pasaría si pudieras vivir 2 vidas?
En la primera vida cometerías errores y aprenderías de ellos, en la segunda ya tendrías la experiencia previa y la vida sería extremadamente sencilla. ¿No sería genial?
Puedes hacerlo realidad.
Ahorrarás infinidad de tiempo y recursos estudiando exhaustivamente los errores de quienes van un paso por delante de ti en el mismo camino que tú. Por ejemplo, imagina que estás empezando a escribir.
¿Dónde es mejor empezar? ¿Wattpad, Substack, Twitter, un blog, escribir libros…?
¿Qué es lo que impide a la mayoría darse a conocer? ¿Cómo se dieron a conocer?
¿Qué hacen para escribir consistentemente día tras días?
¿Es mejor autopublicar el libro o hablar con una editorial?
Hay millones de preguntas ahí afuera que puedes responderte de antemano. El trabajo de buscar soluciones ya lo hizo alguien antes, aprovéchalo para pensar formas de anticiparte a esos problemas. Y ten cuidado, no olvides el sesgo del superviviente. Lo que a una persona le funciona, quizá a otra no. Pero saber algunas posibilidades es mil veces mejor que no saber absolutamente nada y empezar desde cero.
No esperes a cometer un error para aprender una lección.
3. Sé antifrágil
El concepto de "antifragilidad" de Nassim Taleb es un modelo mental poderoso.
Hay ciertos sistemas que no colapsan con el caos, al revés, se fortalecen. Debemos estar preparados para el caos porque tengo malas noticias: es inevitable. ¿Qué pasa si no ordenas tu cuarto en 1 mes? ¿Qué pasa si no cortas las hierbas del jardín en 1 mes?
Todo tiende al caos si no lo mantienes bajo control, pero puedes aprovechar el caos.
1. Piensa un paso más allá:
Imagina que quieres comprarte un coche. La decisión parece fácil: buscar el mejor modelo en calidad/precio según tu presupuesto. Pero si haces la prueba y vas un paso más allá, descubrirás que el precio era solo la punta del iceberg de este problema.
El coche más barato podría terminar siendo el más caro a largo plazo por mil razones.
¿Cuánto cuesta el mantenimiento? ¿Y el seguro del coche?
¿Es eficiente en consumo de combustible para el número de trayectos que harás? Quizá su consumo hace que, debido a tus numerosos viajes, te salga muy caro.
¿Qué tan caro será repararlo si algo se rompe? ¿Se averirará mucho por ser viejo?
¿Podrás adaptarlo a cambios en tu estilo de vida?
El coste real es mucho más que el precio que pagas cuando lo compras.
2. Benefíciate del caos:
Piensa en cómo tu decisión o sistema se adaptará al posible caos futuro.
Sigamos con el ejemplo del coche. Personalmente, apliqué esta mentalidad con mi coche. No me fijé, en el precio, pero sí en la versatilidad. Compré un pequeño furgón.
No llevo muchas cosas, pero cuando hace falta, tengo espacio para todo.
No suelo necesitar 5 plazas, pero si voy con muchas personas, vamos cómodos.
Tiene 5 plazas, pero si voy de acampada, puedo camperizarlo y cabe todo.
Es muy espacioso, pero es de grande y consume como un turismo.
Es como un turismo común, pero es a prueba de todo.
Normalmente no da todo su potencial, pero cuando surge el caos, me salva. Mientras tanto, ya escuché varias veces a mis amigos suspirar cuando piensan en cómo llevar muchas cosas o en ir a la montaña con sus turismos.
La decisión es antifrágil: a más compleja la situación, más aprovechable es el vehículo.
Piénsalo en otros ámbitos de la vida, ocurre en infinidad de decisiones y sistemas.
Trabaja la proactividad, y no solo la reactividad
Vivimos en una cultura que premia la reacción, el "arreglo de lo roto", la solución.
Esta mentalidad es contraproducente. En lugar de ser buenos previsores y construir sistemas que se anticipen a las crisis, nos enfocamos en ser buenos solucionadores de problemas, lo que nos lleva a vivir en continua emergencia.
Nadie actúa hasta que el problema toca a la puerta y es inevitable.
A nivel social, se ve en las instituciones y corporaciones. Se tiende a premiar a quienes solucionan problemas por encima de quienes los prevén, ya que la previsión es silenciosa y pasiva, mientras que la solución es veloz y espectacular. Todo no se puede prever, pero sí hay mucho que podemos hacer en esa línea.
Pienso en Japón y su arquitectura frente a terremotos.
Pienso en Países Bajos y sus sistemas de diques frente a inundaciones.
Piensa en ti. ¿Copias de seguridad, ahorros de emergencia para imprevistos…?
Las cualidades positivas son opuestas. La persona que tiene valentía para todo al final terminado siendo una temeraria, pero la que es prudente para todo termina siendo una cobarde y no haciendo nada. En el término medio está la virtud. Solemos olvidarlo y pensar solo en solucionar, se nos olvida la otra parte: prevenir.
Ya lo dije hace poco:
Para evitar grandes crisis futuras, resuelve los pequeños problemas de mañana.
✍️ Te toca a ti: ¿Qué haces tú para planificar tu futuro? ¿Usas otras técnicas?
💭 Cita del día: «Errar es humano; pero perseverar en el error es diabólico». Séneca.
¡Nos vemos pronto! 👋
Referencias 📚
Marco Aurelio. (2020). Meditaciones.
Séneca. Cartas a Lucilio.
Taleb, N. N. (2012). Antifragile: Things that Gain from Disorder.
Hola Álvaro. Grandes recomendaciones, aunque he echado en falta no incurrir al final en el mal de la “parálisis por análisis”: tanta previsión y ponderación puede acabar con nosotros como el asno de Buridán del que hablabas el otro día. Tú mismo anticipabas tu propio contrapunto :)
Al final, siempre acabamos en tu acertada referencia al equilibrio, siempre inestable e incómodo, haciendo malabares entre extremos: https://newsletter.ingenierodeletras.com/p/el-incomodo-equilibrismo-sobre-el
¡Yo soy de las de anticiparse! Sin ser una catastrofista pues suelo ser positiva, pero yo tengo mis planes B, C, D en la manga... Cuando contraté a una abogada para que me redactara el contrato a firmar con las familias, se reía por la cantidad de "¿y si...?" que le planteé. Y, claro, todo quedó recogido en el contrato y yo vivo muy feliz. De momento no he tenido que recurrir a ninguno de esos "¿y si...?", pero si lo tengo que hacer, ya sé qué va a pasar. Gracias por este artículo :-)