🏷️ Categorías: Amor, Felicidad, Tiempo, Lecciones de vida.
(…)
Ten siempre a Ítaca en tu mente.
Llegar allí es tu destino.
Mas no apresures nunca el viaje.
Mejor que dure muchos años
y atracar, viejo ya, en la isla de Ítaca,
enriquecido de cuanto ganaste en el camino
sin aguantar a que Ítaca te enriquezca.Ítaca te brindó tan hermoso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.(…)
— Extracto del poema del viaje a Ítaca, de Konstantino Kavafis, 1911.
Estos versos del poema "Ítaca" del poeta griego Konstantinos Kavafis resumen una idea que, en nuestra era de la velocidad y la productividad, parece haberse olvidado…
El viaje importa más que el destino.
Estamos obsesionados con lo eficiente, lo numérico, lo que se puede comparar y rentabilizar. Nos acostumbramos a valorar las cosas según su utilidad. Pero, ¿qué pasa con todo aquello que no se puede traducir en cifras o ganancias? ¿Acaso el arte, la felicidad, la amistad o el amor son "inútiles" porque no tienen una finalidad más allá?
En realidad, sucede algo muy curioso…
Ser útil es casi un insulto, implica valer solo como instrumento para lograr otra cosa.
La realidad es esta: lo más inútil es lo que más sentido da a nuestras vidas.
La utilidad de lo inútil
Se celebra la productividad, como si todo debiera tener un propósito u objetivo.
Por ejemplo, la educación ya no se ve como crecimiento intelectual, sino como una herramienta para "ser más empleable en el futuro". Las universidades ya no son centros de conocimiento, son fábricas de trabajadores, y los estudiantes son clientes que hacen un trámite llamado “estudiar” para recibir un título a cambio.
Por eso muchos se quejan de las carreras sin salidas, porque solo piensan en utilidad.
En estudiar para ganar dinero con ello.
Estudiar literatura, filosofía o historia parece una pérdida de tiempo.
¿Para qué leer a Cervantes o a Shakespeare si no mejora tu currículum?
¿Para qué estudiar filosofía si no te garantiza un buen puesto de trabajo?
Sin embargo, lo que no es inmediatamente rentable es, muchas veces, lo que más amamos y llena nuestra existencia. Nadie "necesita" la poesía, la pintura, la literatura o la música para sobrevivir, pero sin ellas, ¿qué tipo de vida estaríamos llevando?
Una vida apática, porque lo más inútil, es lo que más nos llena.
Lo inútil da sentido a la vida
El filósofo Bertrand Russel contó una vez una historia personal muy curiosa.
En su ensayo Los conocimientos inútiles (1935), decía que un día descubrió que los melocotones venían del Lejano Oriente. Todo comenzó cuando el rey Kanishka encontró huesos de melocotón en las bolsas de prisioneros chinos, quienes, tras pasar por la India, llevaron la fruta hasta Persia y que de mano en mano llegaron a Europa.
Desde que aprendió eso, los melocotones le gustaban más.
Saber, aunque sea algo que no nos "sirva" para nada, nos enriquece.
Nos conecta con la historia, con el mundo, con otros seres humanos. La cultura, el arte, el amor, todo eso que no tiene un objetivo práctico, es lo que realmente construye sociedades más ricas en valores y humanidad.
Pero vivimos en un mundo donde "saber por saber" es visto como una tontería.
Una pérdida de tiempo…
Por amor al arte
Si todo se mide por utilidad, hacer algo "por amor al arte" es un acto de locura.
¿Por qué escribimos poemas? ¿Por qué tocamos instrumentos? ¿Por qué pintamos si sabemos que nadie nos pagará por ello?
Es simple: Porque hay una gran satisfacción al hacerlo y no buscamos nada más.
No pintamos cuadros para venderlos, lo hacemos para disfrutar del proceso.
No escribimos libros para venderlos, lo hacemos para disfrutar del proceso.
No amamos a alguien para que sea útil en nuestros propósitos; amamos porque amar es en sí mismo el sentido de la vida.
No cultivamos amistades para sacarles provecho personal, lo hacemos porque disfrutamos de compartir nuestro tiempo con esas personas.
El dinero, la fama, la utilidad y todo lo demás debería ser una consecuencia de hacer algo que amamos con locura, no un objetivo.
Pienso en los skaters, que pasan horas saltando con el riesgo de romperse una pierna solo para unos segundos de gloria en los que les sale el truco que intentaban. O los surfistas, que pasan horas tratando de cabalgar la mejor ola el máximo tiempo posible.
¿Y todo ese esfuerzo para qué? ¿Qué sentido tiene dedicar tantas energías a algo inútil?
Por gozarlo, por que hacerlo es gratificante. Nada más.
Lo que haces en tu tiempo libre dice quién eres realmente, no lo dicen tus horas “productivas”. Como le dije a un buen amigo mío un día mientras paseábamos: "Sabes que amas algo cuando lo harías incluso si tuvieras que pagar por ello".
Y así lo creo.
El arte, el amor, la amistad y todos nuestras pasiones nos recuerdan que la vida no es una carrera hacia una meta, es un viaje de exploración. No vivimos para producir; producimos para vivir. Y vivir significa aprender, amar, jugar y crear. Nada de eso tiene que ser útil, y sin embargo, es lo que más gozamos al final.
En el viaje a Ítaca, importa más disfrutar del camino que llegar a Ítaca.

✍️ Te toca a ti: ¿Qué cosas que haces por ocio te definen?
💭 Cita del día: Una cita de alguien que ya ha salido en Jardín Mental y que sabía esto muy bien: «La física es como el sexo. Está claro que puede tener resultados prácticos, pero no lo hacemos por eso.» — Richard Feynman
¡Nos vemos pronto, un abrazo! 👋
Referencias 📚
Russell, B. (1935). In Praise of Idleness. En Routledge. URL
El título del libro de Nuccio Ordine, La utilidad de lo inútil, editado por Acantilado, es uno de mis libros favoritos. Los que nos dedicamos a las artes y las humanidades pasamos buena parte de nuestro tiempo tratando de convencer a los otros por qué son necesarias para la vida y para mantener lo que nos hace humanos. Te invito a leer mi newsletter de mañana, sobre la lectura y las artes y la necesidad de defenderlas en estos tiempos por su "utilidad" aunque se les considere "inútiles".
Hace años que descubrí que lo que más me gusta de escribir no es el resultado, que se lea, que se alabe… sino el proceso, la investigación. Hay que buscar proyectos siempre que nos ilusionen. Viajes a Ítaca, aunque con cierta cordura se vayan cambiando las Ítacas.