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Esta historia comenzó en los campos de Inglaterra, en el siglo XVII.
Antes, las tierras eran abiertas, un espacio compartido donde el pastoreo y la agricultura unían a la comunidad rural, pero fue entonces cuando surgió un problema. La población de las ciudades crecía rápido y era necesario aumentar la producción agrícola para alimentar a todas esas personas.
Era necesario cambiar el modelo.
No valía con agricultura de autoconsumo, debía ser producción comercial.
El día finalmente llegó. Los nuevos terratenientes y aristócratas comenzaron a cercar sus campos. La ley inglesa obligó a partir del siglo XVII a cercar los campos para hacer explotaciones mecanizadas y privadas. "Eficiencia", decían unos. "Progreso", insistían otros. Pero, ¿a qué precio?
Hubo muchas protestas, como siempre.
Fueron aplastadas, como siempre.
Los campesinos no podían comprar propiedades. Ya no tenían nada en el campo, muchos dejaron atrás las tierras y se marcharon a las ciudades, buscando en las fábricas lo que la cerca les quitó. Las cercas eran símbolo de progreso para unos, migración y tristeza para otros (Hickel, 2018).
Poner cercas al campo desencadenó enormes cambios que nadie esperó.
Todas esas personas tuvieron que emigrar a las ciudades. Pese al drama que fue, la productividad agrícola aumentó y toda es mano de obra desempleada que terminó en las fábricas fue lo que dio lugar a la revolución industrial que cambió todo el continente europeo en los siglos posteriores (Overton, 1996).
Todo comenzó con cercas en el campo.
¿Cuándo debemos mantener los límites existentes y cuándo derribarlos?
¿Podemos aspirar a crear algo nuevo sin destruir los límites anteriores?
¿Cuánto entendemos del impacto de las decisiones que tomamos?
Cuando quitamos y ponemos límites, cambia el límite y todo a su alrededor.
La valla de Chesterton
G.K. Chesterton, escritor y filósofo inglés del siglo XX, tiene mucho que decir aquí.
En su ensayo Heretics planteó una inspiradora metáfora. Si encuentras una valla en tu camino que te bloquea el paso y no entiendes por qué está ahí, no la quites. Aún no. Primero, pregúntate por qué está ahí. Solo entonces, podrás decidir si derribarla.
Antes de cambiar el mundo, conoce el propósito de las cosas del mundo.
La valla simboliza las estructuras —leyes, tradiciones, normas sociales— que parecen obsoletas o innecesarias en un principio, pero que pueden tener razones que no vemos y que justifican su existencia.
Chesterton no defiende el inmovilismo, defiende la reflexión antes del cambio.
Quitar y poner vallas sin entender por qué están trae graves consecuencias.
La valla en el camino del aprendizaje
Esto me lleva a pensar en la forma en que aprendemos.
En esas otras vallas que aceptamos al empezar algo nuevo: reglas, ideas, límites, convenciones sobre “cómo hacer las cosas”... Al principio, parecen absurdas o molestas, nos limitan la creatividad. Pero esas cercas, están ahí por algo. Te guían, te protegen del caos, permiten a la persona inexperta avanzar sin perderse.
Los estudiantes de arte comienzan copiando a los maestros. Estudian las reglas del color, la proporción y la composición.
En la escritura adoptamos las estructuras narrativas y los géneros establecidos.
Picasso rompió las reglas del arte porque las entendía mejor que nadie.
Se lo recuerda por el cubismo, pero antes de eso dominó los estilos convencionales.
Dos cuadros de Picasso. ¿Se parecen?
40 años de diferencia entre un cuadro y otro.
Se trata destruir lo establecido cuando puedas llevar los límites más allá.
Sucede en infinidad de ámbitos. Cada regla aprendida es un pequeño poste de la valla que nos rodea. Solo cuando has caminado dentro de ese espacio y conoces cada rincón, puedes romper sus límites.
Eso es Shuhari.
La valla social
Miro afuera. No todas las vallas son internas.
Algunas las heredamos como sociedad: normas, jerarquías, tradiciones. Nos parecen arcaicas, innecesarias. Pero, ¿lo son siempre? Aunque pueden parecer arcaicas, cumplen funciones críticas, como promover el orden, la cooperación y la estabilidad. Es fácil deshacerse de una tradición, pero no siempre sabemos qué pasará después. Las revoluciones han sido grandes ejercicios de derribo.
En la Revolución Francesa de 1789 se derribaron estructuras enteras.
El vacío que dejaron lo llenó Napoleón con un nuevo orden.
Y así volvemos a cercar lo que habíamos abierto.
La valla en el cambio de hábitos
Todos queremos mejorar nuestras vidas en algún aspecto.
A veces intentamos eliminar viejos y malos hábitos que perpetuamos, pero no somos capaces de eliminarlo porque los hábitos son como las vallas en el camino: están por un propósito. El hábito de fumar puede haberse adquirido como una forma de liberarse del estrés. Una forma nociva, pero una forma de hacerlo.
Si eliminamos ese hábito ignorando su origen, un nuevo hábito llenará ese espacio.
Los hábitos son conductas que hemos naturalizado porque responden a un motivo.
Una vez más, para eliminar la valla, hay que conocer por qué se puso ahí. La forma más fácil de cambiar un hábito es reemplazándolo por otro que cumpla el mismo propósito, pero manera más constructiva. Dejar de fumar para hacer deporte como forma de aliviar el estrés.
Quitar una valla para poner otra.
Saber romper límites
Todo esto no es más que una invitación a la humildad.
La metáfora de la valla nos dice que no somos más inteligentes que el paso del tiempo. Que si a través de la historia hemos ido acumulando conocimiento y fijando ciertas vallas es porque tienen un motivo para existir. Quizá no veamos a primera vista el motivo por el que está la valla, pero eso nos anima a darnos cuenta de nuestra propia ignorancia acerca del mundo.
Debemos entender el pasado antes de querer cambiar el futuro.
Se puede avanzar y desafiar lo establecido, pero antes hazte una pregunta.
¿Por qué existía este límite?
✍️ Te toca a ti: ¿Hay alguna valla en tu camino que no entiendas? Yo ahora me estoy interesando por la escritura de ficción. No se gran cosa y no paro de toparme con vallas que me hacen preguntarme, “¿por qué tengo que hacerlo así?” Quiero innovar, pero aún no se gran cosa, es mejor no derribar los límites.
💭 Cita del día: «Siempre que quieras derribar una valla, detente el tiempo suficiente para preguntarte por qué se puso ahí en primer lugar». G.K. Chesterton.
¡Nos vemos en la próxima, respeta las vallas! 👋
Referencias 📚
Chesterton, G. K. (2007). Heretics. Hendrickson Publishers.
Hickel, J. (2018). The divide: Global Inequality from Conquest to Free Markets. National Geographic Books.
Overton, M. (1996). Agricultural Revolution in England: The Transformation of the Agrarian Economy 1500-1850. Cambridge University Press.
UK Parliament. Enclosing the land. URL
¡Qué interesante! Me parece una metáfora muy ilustrativa. La final, de eso se trata la vida. De poner vallas, mirarlas para entender por qué están, de quitarlas o de volver a ponerlas.
Claro, que el ejercicio requiere de un mínimo de conciencia: si ni tan siquiera nos damos cuenta de que hay vayas, ¡es muy difícil avanzar!
Interesante lo que propones.
En la empresa para la que trabajo llegó una nueva dirección y derribó vallas, había que mejorar, seguro que sí, y también 9 años después se están volviendo a construir: eran necesarias.