🏷️ Categorías: Lecciones de vida, Minimalismo, Mejora continua.
No todo lo roto se desecha. No.
A veces, lo que se quiebra puede convertirse en algo todavía más hermoso. Las grietas son un recordatorio de lo que fue, pero también de lo que ha resistido, de lo que ha encontrado una nueva forma de existir.
Hubo un shogun japonés, Ashikaga Yoshimasa, quien, hace siglos, se negó a tirar su cuenco favorito cuando se rompió. Mandó que lo arreglaran, y lo que volvió no le gustó: grapas de metal que hacían del cuenco algo tosco, una fea cicatriz para su cuenco más hermoso (Robledo-Cadavid, 2019).
—¡Inaceptable!
Ordenó a sus sirvientes encontrar a los mejores artesanos de Japón, debían tratar a su cuenco con el respeto que era debido. Las exigencias fueron cumplidas, cuando el cuenco regresó a las manos del shogun, recibió una obra maestra, los trozos de cerámica habían sido unidos con laca espolvoreada con oro.
Las grietas brillaban como el sol, jamás había sido tan bonito.
Así nació el Kintsugi, el antiguo arte japonés de reparar con oro.
¿Qué sería un mundo sin grietas?
Hay una frase de Leonard Cohen que siempre vuelve: There is a crack in everything. That’s how the light gets in. (“Hay una grieta en todo. Así es como entra la luz”).
Los japoneses lo entienden bien.
Lo efímero, lo inacabado, lo desgastado por el tiempo, tiene un valor propio. Un viejo cuenco con marcas del uso, una madera agrietada por el sol, una tela deshilachada en las mangas. Cosas que tiramos sin pensarlo dos veces, son en realidad motivos de orgullo, símbolo de haber cuidado algo y que merecen ser reparadas para seguir con nosotros por mucho más tiempo.
Y no es nostalgia, es que el paso del tiempo tiene una historia que merece ser contada.
En las personas sucede igual, las cicatrices cuentan una historia. La nuestra.
Pero vivimos tiempos en los que las grietas incomodan. En las redes sociales nadie muestra las fracturas. Hay filtros para borrar cada línea de expresión, cada sombra bajo los ojos, cada marca de cansancio. Instagram es el culto a la imagen.
La imperfección se esconde detrás de una fachada construida para lucir impecable.
No nos educan para ver lo roto, nos enseñan a esconderlo. Que nadie lo vea.
Pero la vida real no es así. La vida real se parece más a un cuenco de Kintsugi: tiene líneas de fractura, momentos de reconstrucción, partes que se han perdido y otras que han sido transformadas. Nos rompemos, nos recomponemos, seguimos adelante. No seremos los mismos, pero quizás, después de cada caída, seamos algo más bello, algo más fuerte. Algo con más historia vivida.
Lo roto se ̶t̶i̶r̶a̶ repara
No es algo individual. Es colectivo. Estamos acostumbrados a desechar.
Un teléfono un poco lento, un abrigo con un botón perdido, el pantalón no está de moda, una amistad que vive un momento difícil. Es más fácil reemplazar que reparar.
—Tíralo, es más barato comprar uno nuevo y es mejor el último modelo y…
—Pero yo no quiero otro, quiero el mío. Es el vínculo que formo con lo que cuido.
Pero no, ahora pierde valor lo que tiene historia, lo que resiste al paso del tiempo.
El Kintsugi nos enseña otra manera de mirar. Nos romperemos, eso es seguro. En algún punto de la vida, algo se quebrará: el corazón, la confianza, un sueño que perseguíamos. No hay forma de evitarlo.
Pero sí hay formas de enfrentarlo.
Podemos escondernos, podemos negar la herida, podemos fingir que nada pasó. O podemos hacer lo contrario: aceptar la fractura, sostener los pedazos con cuidado y decidir reconstruirnos con oro.
Es hacer arte del desastre.
No seremos iguales, claro. Pero seremos nosotros, con cada grieta convertida en historia. Y eso, en un mundo de perfección, es un acto provocador.
Así que sí. Celebremos las grietas. No porque nos guste rompernos, sino porque en cada reconstrucción luce el arte de saber seguir adelante. Y, como en el Kintsugi, quizá descubramos que lo más valioso no era lo intacto, era lo que renació con brillo.
Cada cicatriz, una línea dorada.
✍️ Te toca a ti: ¿Qué momentos de debilidad has logrado superar para volverte más fuerte? Yo, durante la época de Covid-19 sufrí ansiedad, pero aprendí a dominarla. Un episodio que me hizo ser mejor. Una de mis grietas.
💭 Cita del día: «Las cosas no siempre salen según lo previsto. Tenemos que dar cabida a la imperfección en nuestras vidas. Esos momentos imperfectos son los momentos en los que más crecemos.» Cara Alwill Leyba, Girl Code.
¡Nos vemos en la próxima! 👋
En verdad, nuestras cicatrices es lo que somos, las puedes reparar con laca espolvoreada en oro o con basura, tú eliges. Gran artículo y preciosas ilustraciones.
Esta semana le estaba dando vueltas a lo mismo porque justo me crucé con esa frase, pero en la versión de Hemingway ❤️