Todo el mundo tiene algo que contar (aunque no lo sepa)
Por qué crees que no tienes nada que decir… y por qué estás equivocado
🏷️ Categorías: Escritura.
Mucha gente quiere escribir, pero se autosilencia.
No es por falta de tiempo o ideas. Es porque se dicen: “No sé lo suficiente. Ya todo está dicho. No tengo nada especial que decir.” Así se convencen de que sus palabras no tienen valor. Creen que escribir es para quienes tienen una pared llena de diplomas, son autoridad indiscutible en un tema o tienen grandes logros a sus espaldas.
Que si no son Cervantes o Shakespeare, mejor callarse y no molestar.
Yo también pensaba así. Pensaba…
Ya no.
Todos somos expertos en algo (y no lo valoras)
La mayoría de los que quieren escribir y no dan el paso es por un motivo.
Aún no se han dado cuenta de que tienen algo (o mucho) que contar.
Cada persona (tú también) lleva años acumulando información, vivencias, intuiciones y referencias sobre algún tema. Puede parecerte normal porque te sale solo. Pero justamente ahí está el tesoro: lo que haces o sabes sin darte cuenta... otros ni siquiera saben que existe. Esto se llama “maldición del conocimiento”: cuando sabes algo, lo ves tan obvio que lo infravaloras y asumes sin pensar que todos lo saben.
Mira esto y lo entenderás.
Seguro que podrías hablar durante horas sobre viajes, o sobre literatura, o cine o sobre cómo encontraste paz al mudarte de la ciudad al campo o sobre cómo tener tu propio huerto y ser autosuficiente o sobre tus técnicas para organizarte mejor. Podrías hablar durante horas sobre muchos temas a un nivel digno de un experto.
Esta es tu ventaja informativa.
En el momento en que te conoces a ti mismo, las posibilidades son infinitas.
Mi madre lleva toda su vida cocinando. No consulta recetas: las encarna. Sabe cuándo un plato está listo sin probarlo. No mide ingredientes, solo con verlos sabe la cantidad exacta y jamás le salió mal un plato. Su conocimiento da para una colección de libros y una newsletter de cocina fácilmente.
Un amigo mío pintor ha trabajado con todo: óleo, acrílico, acuarela, spray, madera, lienzo, muros. Ha vendido obras, pintado murales, lienzos y expuesto en múltiples eventos. Puede hablarte por horas de técnicas, materiales, inspiración y errores comunes. Podría escribir varios libros y una newsletter como poco.
Otro amigo, fanático de la calistenia, entrenó sin gimnasio, desde cero, y hoy entiende de movilidad, entrenamiento, alimentación y recuperación. Ha ayudado a amigos, leído estudios y probado todo en su propio cuerpo. Literalmente vive su conocimiento. Podría tener una newsletter, libros y un podcast si quisiera.
Todos son expertos.
Y si aún crees que no eres experto en nada, haz este ejercicio. Tómate cinco minutos (sí, solo cinco) y responde con honestidad:
¿Sobre qué temas te vienen a pedir consejo tus amigos o familiares?
¿Qué cosas sabes hacer que das por sentadas, pero otros no dominan?
¿En qué podrías hablar durante horas sin aburrirte ni quedarte sin ideas?
¿Qué haces con frecuencia y naturalidad, que otros te dicen que “les es difícil”?
¿Qué has vivido, superado o aprendido por experiencia propia y podrías enseñar a alguien que está empezando?
Lo que para ti es “normal”, para otros puede ser una guía, una inspiración o incluso una solución concreta a un problema real que llevan tiempo buscando. No necesitas una idea brillante. Solo necesitas empezar a reconocer el valor de lo que ya sabes.
Ahí empieza tu ventaja informativa como escritor, justo lo que te hará destacar.
Practicar en público: la forma de descubrir tu potencial
La escritura ha cambiado.
Antes de internet, era un acto solitario: publicabas un libro y quizás jamás sabías quién lo leía. Hoy es distinto. Hoy escribir se parece más a tocar la guitarra en medio de la calle. No sabes si alguien se detendrá a escucharte… pero si lo hace, puede devolverte una sonrisa, darte moneda o iniciar una conversación inesperada.
Eso genera una conexión escritor-lector muy poderosa.
Y ahí está la segunda clave. Una vez tienes claras tus áreas de ventaja informativa, practica en público y obtendrás opinión directa de tus lectores: datos reales.
Viste que esa historia sobre tus inseguridades y lecciones aprendidas al emprender un negocio recibió muchos mensajes de personas agradecidas.
Notaste que ese email que pensaste que era “normalito” sobre cómo organizar tus tareas generó respuestas reales de lectores interesados en saber más.
Descubriste que ese texto en el que contabas cómo lograste retomar un hábito perdido tocó a muchos que estaban en la misma lucha silenciosa.
Esa conexión tan directa, tan inmediata, ningún escritor la tuvo antes de Internet.
Es algo completamente nuevo. Antes, escribías y esperabas. Ahora escribes… y escuchas. Escuchas qué parte de tu historia hace que alguien te escriba: “Gracias, necesitaba leer esto.” Escuchas qué temas generan preguntas, interés, respuestas.
Y así llegarás a tu especialidad.
De todos los temas que llevas dentro, hay algunos que resuenan en los demás. Ahí está tu especialidad. Justo eso que decías que no tenías: “algo que contar”. Pero no podías verlo… porque nunca lo habías puesto en voz alta.
Solo necesitas dos pasos para llegar ahí:
Conocer tu ventaja informativa
Practicar en público
Suena bien, pero tengo que confesarte algo: lo difícil de escribir no es tener algo que decir, lo difícil es no rendirse cuando no eres escuchado. Aquí es donde casi todos abandonan: en la fase incómoda de ser principiante. Usan estos momentos difíciles para autosabotearse y así confirmar su creencia de que “no tenían nada que decir”.
En realidad, no son leídos porque no aguantaron el tiempo suficiente.
Todos los comienzos son incómodos. Pero si aguantas, si publicas aunque nadie mire, si mejoras aunque nadie comente… llegará alguien, luego otro, luego cien. Escucha, aprende de tus lectores, amplía tu ventaja informativa en más y más temas. Y sobre todo: jamás dejes de aportar valor, sé exigente contigo mismo.
Lo que marcará la diferencia entre lograrlo y fallar es la constancia.
Yo lo viví.
Publicar mi primer artículo fue incómodo. Dudé. Apenas lo leyeron 5 personas. Pero no me rendí. Y gracias a eso, descubrí que sí tenía algo que decir. Tú también lo harás.
Solo tienes que empezar.
✍️ Te toca a ti: Si tuvieras que publicar tu primer texto mañana, ¿sobre qué escribirías… aunque te diera miedo?
💭 Cita del día: «Después de más de dos horas, empezó a escribir, sin saber cómo iba a hacerlo bien». — Markus Zusak, The Book Thief
¡Nos vemos en la próxima carta, un abrazo! 👋
A veces me pasa...
Hola Álvaro. Gracias 🙂. Tus cartas son muy alentadoras y siempre llegan justo a tiempo. Magnífico trabajo, desde siempre sabes darle valor a lo que escribes, quizá porque objetivamente lo tenga