Las 10 reglas de Elmore Leonard para dominar el arte de la escritura
Notas de gigantes - Número 16
Te doy la bienvenida a Jardín Mental. La siguiente carta es parte de nuestra colección "Notas de gigantes", en la que exploramos los pensamientos de las grandes mentes de la humanidad.
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🏷️ Categorías: Escritura.
Hay un tipo de escritor que quiere hablar al lector.
En cada oración grita al lector al usar exclamaciones en sus diálogos.
En cada oración indica al lector qué debe sentir a base de descripciones.
En cada oración le dice al lector cómo suceden las cosas a base de adverbios.
Pero hay otro tipo de escritor… Escritores que dejan que su historia hable por ellos.
Elmore Leonard era uno de ellos y hoy quiero compartir contigo sus 10 reglas esenciales para mejorar tu escritura. Elmore fue de los mejores novelistas de EE.UU. del siglo XX y reunió toda su experiencia en un solo libro.
¿El objetivo?
Llevar desde hoy tu escritura al próximo nivel. Da igual si estás empezando o si ya llevas tiempo escribiendo. Esto te va a ahorrar años de ensayo y error porque aquí tienes en 10 lecciones lo que a Elmore le tomó décadas aprender.
Vamos allá.
1. Nunca empieces un libro por la ambientación
«Si sólo se trata de crear ambiente, y no de la reacción de un personaje al ambiente, no conviene alargarse demasiado». — Elmore Leonard
Elmore veía este patrón en muchos escritores aprendices.
Comenzar con la ambientación suele ser una decisión equivocada. Se siente como invitar a alguien a tu casa y dejarle mirando la ventana en lugar de sentarte a hablar con él. A veces, los autores se afanan por contarle al lector el complejo y apasionante mundo que han creado, pero el lector lo que quiere ver es la historia, no el ambiente.
Introduce ambientación solo cuando tenga utilidad narrativa.
Si el lector no entiende por qué está leyendo sobre el paisaje, la ciudad en la que sucede la acción o nivel tecnológico de una civilización, probablemente pase la página. En cambio, si el ambiente refleja el estado emocional del personaje o influye directamente en la acción, entonces tiene sentido, aporta valor y leerá con atención.
Ejemplo: En vez de “Era un día gris y lluvioso en la ciudad…”, intenta: “Marta se encogió bajo el aguacero al recibir la tercera llamada, no podía evitarla más, debía hablar…”. Aquí el clima tiene peso emocional, es breve y enriquece el texto.
2. Evita los prólogos
«El prólogo de una novela es la historia de fondo, y puedes incluirlo donde quieras en la historia.» — Elmore Leonard
El prólogo, para Elmore, es como hablar antes de que empiece la película.
Un intento de justificar lo que vendrá, cuando lo ideal es que la historia hable por sí sola. Solo calla y haz que la historia suceda. Y si el contexto es realmente importante, puedes introducirlo gradualmente en los primeros capítulos. No pongas obstáculos al lector, demasiadas veces se usan como excusa para no empezar por lo esencial.
El lector quiere entrar en la historia, no en el resumen.
Ejemplo:
Si has escrito un prólogo explicando la guerra que ocurrió cien años antes, pregúntate: ¿puedo mostrar eso a través de los diálogos, recuerdos o escenas actuales? Casi siempre, sí.
Si tu historia de una invasión alienígena inicia con un niño en una granja, no empieces con eso; empieza con la invasión inminente y ya contarás poco a poco cómo fue un niño el que dio la alarma en un trigal. Da igual lo épica que sea tu historia, sonará lenta y poco prometedora si inicia con un niño en una granja.
3. No uses un verbo distinto a “dijo” para los diálogos
«La línea de diálogo pertenece al personaje; el verbo es el escritor metiendo las narices donde no debe.» — Elmore Leonard
“Dijo” es el verbo más silencioso para un diálogo.
No se nota, no interrumpe, y deja que el personaje brille. En cambio, verbos como “gritó”, “gruñó”, “explicó” son el autor tratando de dirigir la emoción del lector. Es la forma que tiene el autor de remarcar la actitud y gesto del personaje.
El problema es que eso rompe la conexión.
El lector deja de escuchar al personaje y de imaginar la escena por sí mismo para escuchar lo que le dice el escritor. Y Leonard buscaba exactamente lo contrario: desaparecer de la historia, ser lo más discreto posible y dejar al lector en libertad.
Ejemplo: Cambia “—Te odio —gruñó él con rabia” por “—Te odio —dijo.” Si el personaje realmente odia al otro, el diálogo que mantienen y la escena que tú has trabajado ya lo mostrarán con total claridad, no necesitas insistir. Trabaja en la ambientación y en el diálogo y nunca necesitarás usar estos verbos.
4. Nunca uses un adverbio con “dijo”
«Usar un adverbio de esta forma (o de casi cualquier forma) es un pecado mortal». — Elmore Leonard
No es que Leonard odiara los adverbios en sí. Odiaba que el escritor los usara como bastones. Cuando escribes “dijo melancólicamente”, estás declarando que no confías en que la frase transmita melancolía por sí misma. Es casi el mismo problema que antes, porque unos pecan de usar muchos verbos y otros de usar muchos adverbios.
Cuando haces esto, el ritmo narrativo se debilita.
Y el lector siente que el autor está explicando lo que debería estar mostrando.
Ejemplo: En vez de “—Lo siento mucho —dijo tristemente”, prueba: “—Lo siento mucho.” Y antes de esa línea, añade un gesto: “Miró al suelo, sin levantar la vista.” Nuevamente, quien trabaja bien estos detalles, no necesita indicar nada.
5. Controla los signos de exclamación
«No se permiten más de dos o tres signos de exclamación por cada 100.000 palabras de prosa». — Elmore Leonard
La puntuación también comunica tono. Y si cada pocos diálogos uno usa “¡[…]!”, ya ninguno es especial. El abuso de signos de exclamación revela una ansiedad del autor por enfatizar sin trabajar la escena. Elmore creía que si de verdad construyes una escena con tensión, el lector sentirá la urgencia sin que tú tengas que gritarle.
Una vez más, la clave para Elmore está en intervenir lo mínimo en la obra.
La prosa más elegante es la que comunica sin decírtelo a la cara.
Ejemplo: En vez de “—¡Corre! ¡Nos van a atrapar!”, puedes usar: “—Corre. Nos van a atrapar.” Y dejar que la urgencia venga de lo que está en juego, del ambiente que has construido, de las frases cortas e impactantes. Como diría Virginia Woolf, la clave está en el ritmo. Con buen ritmo, la narración lo transmite todo.
6. Evita frases como “de repente” o “y de la nada”
«He observado que los mismos escritores que utilizan “de repente” tienden a controlar menos su uso de los signos de exclamación». — Elmore Leonard
“De repente” es una trampa.
Es decirle al lector: “siente esto ahora”, en lugar de construir el contexto que lo haga inevitable. Y Leonard detestaba manipular emociones con fórmulas. La idea de Elmore es similar a la del resto de reglas: si quieres que una escena sorprenda, crea una sorpresa, trabaja el ambiente, usa una frase que cambie la acción bruscamente.
No la anuncies con una etiqueta.
Ejemplo: En vez de “De repente, el coche estalló”, simplemente escribe: “El coche estalló.” El impacto llega igual, o incluso más fuerte por la brevedad de la frase. Nuevamente, como diría Virginia Woolf, la clave está en el ritmo. Haces una narración de la trepidante persecución del coche y cuando menos se lo espera el lector… estalló.
7. Usa dialecto, jerga y onomatopeyas con moderación
«Una vez que empieces a usar onomatopeyas y a cargar la página de comillas para la jerga, no podrás parar». — Elmore Leonard
La línea entre lo adecuado y lo excesivo es muy pequeña, tenlo en cuenta.
Reproducir el habla real de un personaje, con sus expresiones características, frases típicas puede dar autenticidad, pero también puede volver ilegible y agotador tu texto. Al igual que las onomatopeyas, que mal manejadas saturan.
Elmore recomienda, como en los otros casos, sugerir en vez de indicar.
Su consejo era usar el ritmo, algunas palabras clave, estructuras gramaticales típicas del habla para evocar la voz del personaje sin convertir el texto en un trabalenguas.
Ejemplo: En vez de “La puerta hizo ‘clack'“, puedes usar: “Se oyó la puerta al cerrar“. Y si un personaje habla de manera característica, presenta su rasgo peculiar con moderación, no lo remarques con cada frase suya porque será ilegible el texto. Leí una novela de Isaac Asimov en la que justo cometió este error y, de hecho, fue el peor pasaje del libro sin dudas. No caigas en el error.
8. Evita describir demasiado a los personajes
«¿Qué aspecto tienen “el americano y la chica que le acompañaba”? 'Ella se había quitado el sombrero y lo había puesto sobre la mesa’». — Elmore Leonard
Fíjate en este ejemplo de Elmore.
¿Qué aspecto tienen los personajes? Pues no lo sabemos, por que lo esencial no es el color de ojos o la altura. Es lo que el personaje hace, dice, evita. La descripción física queda en segundo plano si no afecta a cómo vive la historia. Leonard quería que los personajes se definieran por sus acciones, no por su apariencia.
Las descripciones, en su justa medida.
Ejemplo: En vez de escribir: “María era alta, delgada, de cabello castaño y ojos verdes”, puedes mostrar: “María entró directa y su cabello castaño ondulaba al ritmo de su paso ligero. Pasó sin decir una palabra, como si no le debiera nada a nadie.”
¿Ves la diferencia?
Ten cuidado al describir porque detienes la acción. El escritor experimentado sabe describir cuando toca y no parar la acción para describir en momentos clave.
9. No te extiendas en la descripción de lugares y objetos
«Aunque se te dé bien, no quieres descripciones que paralicen la acción, el flujo de la historia». — Elmore Leonard
Mismo punto, pero para la ambientación, todavía más peligroso.
La tentación de describirlo todo está siempre ahí, pero Elmore pedía contención. Un lugar debe sentirse conforme avanza la historia, no puedes detener la historia para catalogar cada rincón sin tener motivos.
Solo puedes detallar una ambientación si va a influir claramente en la historia.
Ejemplo: En vez de “La sala tenía un sofá rojo, una lámpara de pie, dos estanterías repletas de libros y una alfombra persa”, puedes decir: “El salón olía a libros viejos y en el sofá rojo descansaba el abrigo de alguien que no pensaba quedarse mucho tiempo.” Listo, con esa descripción ya evocas los sentimientos, no necesitas más.
10. Omite lo que el lector suele saltarse
«Piensa en lo que te saltas leyendo una novela: párrafos gruesos de prosa en los que puedes ver que hay demasiadas palabras». — Elmore Leonard
La última regla lo resume todo: escribe solo lo que el lector quiera leer.
Y sí, eso suele ser diálogo, acción, conflicto. No largas introspecciones que no van a ningún sitio, ni adornos vacíos. Elmore lo llamaba “desvíos del escritor” que no aportan nada. Y su consejo era claro: si se puede saltar y se disfruta la obra igual de bien, mejor no escribirlo.
Ejemplo: Si tienes tres párrafos sobre el pasado del personaje, pregúntate: ¿puedo revelar esto en una frase de diálogo? ¿O en una decisión que tome más adelante? Si sí, entonces corta. Para esto, ten en cuenta el formato. Si es una novela ligera de acción, no puedes tener grandes reflexiones de su pasado.
De estas 10 reglas te llevas 1 cosa: claridad.
Si observaste, el problema esencial de los escritores noveles es la sobreinformación: sobreinformación en descripciones de personajes, ambientes, verbos (“dijo” frente a “gruñó”), adverbios innecesarios… Es un problema de cantidad, de decir más de lo que se debe, pero elegancia al revés, es comunicar algo sin gritarlo a la cara.
Cuando escribas, pregúntate:
¿Estoy contando yo la historia… o estoy dejando que la historia hable por sí sola?
Ahí está la diferencia.
La diferencia entre escribir y escribir bien es saber qué dejar fuera.
✍️ Te toca a ti: ¿Qué otro consejo ha sido clave para mejorar tu escritura? Pese a que escribo un género que no tiene relación con Elmore, comparto su misma visión a la hora de escribir mis cartas de no ficción. Su visión me recuerda a Asimov.
💭 Cita del día: «Si suena a escritura, lo reescribo».
— Elmore Leonard, 10 Rules of Writing.
¡Nos vemos en la próxima carta! 👋
Referencias 📚
Leonard, E. 10 Rules of Writing.
Súper valioso! Gracias por compartir. Lo guardaré y de seguro lo estaré consultando de vez en cuando.
Esto me hacía falta... Muchas gracias.