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El ser humano siempre había soñado con surcar los cielos.
Desde los seres mitológicos alados como Ícaro hasta las visionarias ideas de Leonardo da Vinci, la idea de volar ha fascinado a nuestra especie. Parecía algo imposible, pero para Wilbur y Orville Wright dos hermanos de Dayton, un pueblo de Ohio, este sueño inalcanzable estaba a punto de convertirse en realidad.
Esta es la historia de un sueño y esto es lo que podemos aprender de ellos.
Una historia de tropiezos y aprendizajes
Los hermanos Wright eran inquietos: tenían afán por aprender y experimentar.
En sus primeros años, fundaron su propio periódico, pero no les fue bien. Eso sí, gracias a esa experiencia comenzaron a trabajar en una imprenta, un trabajo que luego dejaron para establecer una empresa de reparación y venta de bicicletas.
Pero todo cambiaría en 1896.
Ese año, 3 eventos despertaron el interés de los Wright por la aviación. En mayo, se voló el primer aeroplano a vapor sin piloto, un hito que fue seguido por las pruebas del ingeniero Octave Chanute con planeadores en Michigan. Sin embargo, fue la mediática muerte de Otto Lilienthal, piloto pionero de planeadores, lo que finalmente les hizo comenzar a investigar sobre aeronáutica.
Al inicio se basaron en lo aprendido de Chanute y Otto, pero fue un fracaso.
Sus planeadores apenas se elevaban y eran difíciles de controlar. Tras muchos intentos fallidos, los Wright descubrieron que las fórmulas eran imprecisas y tuvieron que ajustarlas a base de ensayo y error (Crouch, 2003). Al final crearon un sistema que modificaba la forma de las alas para hacer el vuelo más controlable.
Cada ensayo les daba nueva información.
A pesar de los avances, su prototipo de 1902 todavía tenía fallos. Con vientos cruzados o giros pronunciados, el planeador caía haciendo espirales y se estrellaba. Estos errores les hicieron a darse cuenta de que el timón trasero, al igual que las alas, también debía ser móvil para mejorar el control durante los giros (Tobin, 2012).
Ese cambio marcó la diferencia.
Entre de septiembre a octubre, realizaron más de 1000 pruebas (Combs, 1979).
Finalmente, tras muchísimos intentos pasaron al siguiente paso. Añadir un motor.
Construyeron el Wright Flyer en 1903. Utilizaron madera de pino y tela fina de algodón para la estructura, diseñaron sus propias hélices y contactaron con un mecánico que diseñó un motor especialmente liviano. El día 17 de diciembre de 1903, con Orville Wright al mando del Flyer, lograron un vuelo de 12 segundos a motor.
12 segundos que pasaron a la historia.
Usa tus errores como un científico
¿Te has fijado en cómo lograron sus hazañas los hermanos Wright?
Cuando se realiza un experimento puede pasar cualquier cosa, pero sea cual sea el resultado, otorgará información valiosa. Así es como se ven en ciencia los errores, como un dato más. Para los hermanos Wright, cada vuelo fallido era un avance.
Esto difiere mucho de cómo lo vemos en la sociedad.
Si suspendes un examen sentirás que no eres inteligente.
Si pocas personas te leen sentirás que no le importas a nadie.
Si fracasa tu negocio sentirás que no vales para liderar.
Para un científico es al revés. Comprobar que su teoría no era cierta no le hace ser un mal científico, le ayuda a descartar posibilidades y seguir investigando.
Fallar te acerca al acierto
La psicóloga Carol Dweck lo llama “mentalidad de crecimiento”.
Ella observó que los retos difíciles hacían a muchas personas abandonar tras los fracasos iniciales. Sin embargo, quienes fracasaban y lo veían como oportunidades de aprendizaje eran más propensas a superar el reto que quienes se venían a abajo rápidamente al no ver avances (Dweck, 2006).
Todas las personas podían superarlo, pero la mentalidad marcaba la diferencia.
El único fracaso es pensar que eres un fracaso, lo demás es recopilar información.
✍️ Te toca a ti: ¿En qué área de tu vida vas a aplicar esta mentalidad científica? Yo lo tengo claro, en mi proceso como escritor.
💭 Cita del día: «Donde otros han fracasado, yo no fracasaré.» Julio Verne, Veinte mil leguas de viaje submarino.
¡Nos vemos en la próxima! 👋
Referencias 📚
Combs, Harry (1979). Kill Devil Hill: Discovering the Secret of the Wright Brothers. Englewood: TernStyle Press, Ltd. pp. 68–71. ISBN: 0940053020.
Crouch, T. D. (2003). The Bishop’s Boys: A Life of Wilbur and Orville Wright. W. W. Norton & Company.
Dweck, C. (2006). Mindset: The New Psychology of Success. Random House.
Tobin, J. (2012). To Conquer the Air: The Wright Brothers and the Great Race for Flight. Simon and Schuster.
Que excelente cara Álvaro, definitivimente ver los errores como datos es una aproximación que nos empodera en lugar de derrotarnos. Como científico siempre analizo lo que ocurre sin tratar de encasillar las cosas en buenas o malas, sino en que información pueden proveerme para en la siguiente iteración acercarme más al resultado deseado, en ocasiones supuestos fracasos me han llevado por caminos que no pensaba explorar y a descubrir muchas de mis actuales pasiones.
Ahora que estoy organizando un evento presencial acerca de dinero me hace muy bien aplicarle este enfoque científico.
Gracias por inspirarme Álvaro. Dada mi situación actual, quizá deba intentar todo lo que me propongas, que no es poco... 😅 para reconducir mis hábitos y mis tiempos.
Un abrazo afectuoso. 🤗