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“Nunca se ha demostrado la existencia del olvido. Lo único que sabemos es que el recuerdo puede no estar a nuestro alcance.” ~ Friedrich Nietzsche, Aurora, 1981
Nuestras memorias, la biografía no escrita de nuestras vidas, son el hogar del pasado, un lugar privado al que solo nosotros podemos acceder. Los recuerdos constituyen nuestra identidad, abarcando los buenos y malos sucesos de nuestra vida. No recordar algo del pasado es como si jamás lo hubiéramos vivido, pero ¿qué ocurre cuando recordamos algo que nunca sucedió? Sí, has leído bien.
Es sorprendente descubrir que la memoria humana es aún más falible de lo que imaginamos. De hecho, es posible tener recuerdos falsos. Resulta impactante escuchar a personas afirmar cosas que nunca ocurrieron, detallando esos momentos ficticios con una precisión desconcertante. Esta es la historia la señal de ceda el paso fantasma y del viaje en globo aerostático que nunca existió.
Hablemos sobre recuerdos
Para comenzar, ¿qué es exactamente un recuerdo y cómo lo definirías? Según Daniel Schacter, uno de los mayores estudiosos de la memoria, el recuerdo es una combinación de dos partes: el indicio y el engrama. El indicio son estímulos del contexto que reactivan el recuerdo (lugares, olores, sonidos, etc.). Por otro lado, el engrama es el contenido del recuerdo (Schacter, 1982).
Por ejemplo, la escena del día en que fui de acampada con mis amigos y estábamos en el bosque contemplando las constelaciones. Recordaré trozos de esa escena, aunque como ya sabemos, no recordamos siempre todo. Los indicios que pueden hacerme recordar este momento pueden ser el bosque o un olor a madera quemada similar al de la hoguera que hicimos, etc. Estas cosas pueden activar recuerdos que ni recordábamos desde hacía tiempo. Ahora bien, puede haber fallos en la recuperación del engrama (la escena) y de los indicios (estímulos asociados).
El caso del coche del STOP
Un ejemplo pasmoso por su simplicidad es el del experimento del accidente de coche en un cruce con señal de STOP. El experimento consiste en mostrar una serie de fotos a los sujetos en el que un coche rojo atraviesa una calle con un cruce al final donde debería detenerse según la señal de STOP, pero se salta la señal y atropella a un peatón. Después del atropello, el coche gira en el cruce y se va en otra dirección. Son un puñado de diapositivas, nada más (Loftus et al., 1978).
Después se les preguntaba por la señal de ceda el paso que había en el cruce. Solo con esa pregunta, la gente respondía con normalidad, como si el coche hubiese ignorado la señal de ceda el paso, lo que provocaba una modificación del recuerdo, es decir, del engrama. Recuerda, había un STOP, no un ceda el paso. Días más tarde las personas seguían recordando que el coche se saltó un ceda el paso. Solo con sugerencias verbales podemos modificar los recuerdos. Lo más increíble es lo fresco que tenían el recuerdo…
Este efecto se llama efecto de desinformación, es decir, los sujetos recordaban bien lo sucedido, pero al preguntar de forma errónea, en este caso, por una señal de ceda el paso, la nueva información deformaba el recuerdo que tenían (Challies et al., 2011).
Nosotros también nos hacemos esto a nosotros mismos. Cada vez que recordamos algo, el recuerdo se modifica. No somos como un DVD que puede repetir siempre la misma memoria; siempre reconstruimos los recuerdos y, cada vez, recordamos una escena ligeramente distinta. Increíble, ¿verdad?, pues lo que viene es mejor.
El viaje en globo aerostático que nunca ocurrió
En este experimento del globo aerostático, que es ya un clásico, se pidió a los participantes que observaran fotografías de su infancia. Un familiar de los participantes había traído fotos de ellos durante su infancia. Sin que ellos lo supieran, los investigadores habían hecho una modificación gráfica para crear una fotografía falsa en donde el participante estaba viajando en un globo aerostático con su padre. Luego, se les realizaba una entrevista sobre las fotografías de la infancia, en la que había muchas fotos normales y la foto falsa del globo aerostático (Wade et al., 2002).
El mismo experimento se ha hecho en niños con resultados similares, nadie está exento aún cuando los recuerdos de niñez son más cercanos (Strange et al., 2007). Es más, se ha hecho el mismo experimento pero con textos, incluyendo el texto falso sobre el globo aerostático y sigue sucediendo lo mismo (Garry y Wade, 2005).
En la primera entrevista, se les preguntaba a las personas por las experiencias que habían tenido en esos eventos, y que detallaran qué recuerdos tenían de esas fotos, cómo fue ese acontecimiento. Ya en la primera entrevista, un 35% de los participantes contaban la historia del globo aerostático como si la hubieran vivido junto con el resto de las fotos. Detallaban todo tipo de información sobre quien había tomado la foto, cómo fue la experiencia y demás. ¿Da miedo o no? Pues hay más.
En la tercera entrevista, tres semanas después, el 50% de los participantes ya recordaban el viaje en globo aerostático que nunca había ocurrido como una memoria más de sus vidas. La mitad de las personas incluyeron en su memoria un recuerdo creado artificialmente por un grupo de psicólogos. De todos modos, no hace falta mucho, solo con preguntar por un ceda el paso, nos olvidamos del STOP.
Lecciones aprendidas
La memoria no es fiel reflejo del pasado ni por asomo, es una reconstrucción imprecisa del pasado en base a un engrama (esquema y trozos de escena) que además siempre está sesgada por nuestro propio punto de vista y creencias del momento. Es como hacer jarrones de barro, un alfarero hace jarrones, todos se parecen pero ninguno es igual a otro y ninguno es perfecto.
Tus recuerdos son demasiado valiosos como para que se pierdan o se deformen en rincones polvorientos de tu memoria. Captura tu vida mediante fotos, videos o un diario, de hecho, esto fue lo que me llevó a comenzar mi diario.
Te lo cuento más detalladamente la historia en esta publicación:
Ahora que sabes lo que son los recuerdos falsos, ten cuidado la próxima vez que alguien te cuente una experiencia que supuestamente tuvisteis y que tú no recuerdas. Quizá todo es mentira… 💭
📚 Referencias
Challies, D. M., Hunt, M., Garry, M., y Harper, D. N. (2011). Whatever Gave You That Idea? False Memories Following Equivalence Training: A Behavioral Account of the Misinformation Effect. Journal Of The Experimental Analysis Of Behavior, 96(3), 343-362. https://doi.org/10.1901/jeab.2011.96-343
Garry, M., y Wade, K. A. (2005). Actually, a picture is worth less than 45 words: Narratives produce more false memories than photographs do. Psychonomic Bulletin & Review, 12(2), 359-366. https://doi.org/10.3758/bf03196385
Loftus, E. F., Miller, D., y Burns, H. J. (1978). Semantic integration of verbal information into a visual memory. Journal Of Experimental Psychology, 4(1), 19-31. https://doi.org/10.1037/0278-7393.4.1.19
Schacter, D. L. (1982). Stranger Behind the Engram: Theories of Memory and the Psychology of Science.
Strange, D., Hayne, H., y Garry, M. (2007). A photo, a suggestion, a false memory. Applied Cognitive Psychology (Print), 22(5), 587-603. https://doi.org/10.1002/acp.1390
Wade, K. A., Garry, M., Read, J., y Lindsay, D. S. (2002). A picture is worth a thousand lies: Using false photographs to create false childhood memories. Psychonomic Bulletin & Review, 9(3), 597-603. https://doi.org/10.3758/bf03196318